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Televisiones públicas

“TVE desde los tiempos del No-Do ha estado al servicio del gobernante de turno”
Almudena Negro
lunes, 23 de abril de 2012, 07:10 h (CET)
El pasado viernes se conocía en rueda de prensa que el Consejo de Ministros enviará al Congreso de los Diputados, para ser tramitado con carácter de urgencia, el proyecto de ley que permitirá a las Comunidades Autónomas la privatización o el cierre de las onerosísimas televisiones autonómicas.

Algo que, por ejemplo, la Comunidad de Madrid venía reclamando desde los tiempos del ahora ministro, Alberto Ruiz-Gallardón. En 2009 esas mismas televisiones autonómicas perdieron del orden de 1.200 millones de euros. Dinero que tendremos que costear los contribuyentes, según un informe de Deloitte, a razón de aproximadamente 110 euros por hogar. En el caso de las Comunidades Autónomas cuyos caciques andan dedicados a la innoble tarea de “crear nación”, o sea, de romper España, el coste se dispara en al menos un 50% más. Una barbaridad. La publicidad apenas llega para sufragar un 15% del despilfarro, buena parte dedicado a pagar altísimos sueldos a directivos y estrellas televisivas. La medida anunciada no sólo es buena, sino que también lo es la decisión del gobierno de someter a las televisiones autonómicas cuyos gobiernos decidan que sigan abiertas a la Ley de Estabilidad Presupuestaria, teniendo que cumplir el techo anual de gasto y evitando la opacidad con la que hasta ahora venían actuando. Hay que terminar con tanto expolio a mayor gloria del oligarca de turno.

Por su parte, TVE desde los tiempos del No-Do, siempre ha estado al servicio del gobernante de turno. Hasta llegar, en lo que parece un revival de la época del blanco y negro, al impresionante nivel de sectarismo actual que tanto gustaba a los señores del PSOE, quienes andan muy furiosos por la pérdida de control del ente televisivo. Incluso osan vaticinar, qué listos, manipulación gubernamental. ¡Ellos, los de la tele zapaterista! Hay que tener la cara de cemento armado.

Pues bien, a diferencia de lo que podría suceder con las televisiones autonómicas y pese a que en estas últimas semanas se venía filtrando la intención del gobierno de España de cerrar La 2 de TVE, en lo que respecta a Radio Televisión Española el gobierno no ha anunciado ni privatizaciones ni cierres. Como si la Uno, la 2, RNE o la mismísima agencia EFE no fueran un expolio similar al de las televisiones autonómicas. Para que se hagan una idea, más de 500.000 euros hemos pagado los españoles por cada capítulo de la serie “Águila Roja”. Un escándalo. Capaces son de recurrir al argumento del “interés público” para mantenerlas abiertas y derrochando.

No basta señor Rajoy con quitar el inmerecido sueldo a los miembros del consejo de administración de TVE. Hay que cerrar de inmediato la 2, RNE, Clan, TD, el canal internacional y TVE 24 horas y la agencia EFE. Y ya que estamos, echen el cerrojo a Hispasat, ese satélite dedicado a emitir las soflamas bolivarianas e iraníes.

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La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.

En un tiempo donde lo que se aparenta muchas veces vale más que lo que se es, hay quienes han hecho del estatus su escudo, del apellido su bandera y del dinero un pedestal desde el que miran al resto, como si el mundo fuese un teatro de castas en el que ellos, por supuesto, ocupan siempre el primer plano. Es el culto a la vanidad, esa enfermedad silenciosa del alma que disfraza la humildad de altivez.

He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.

 
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