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Nunca nos fiemos de los que nutren guerras ajenas. Son más violentos y culpables que los propios contendientes, que tienen el valor de arrostrar su propia destrucción. Aún menos de quienes se nutren de esas guerras. Su violencia no tiene el límite natural de la autoprotección, en cuanto no experimentan sufrimiento.
En los pasillos de mármoles y escayolas de los centros educativos donde se desarrolló mi formación y educación aprendí muchas más cosas que contienen los libros. Me enriquecí con tan variado repertorio de conocimientos que cada día aguardaba, bien apostado y vigilante, esa novedad que pusiera al día el color que otros asuntos vitales le quitaban.
Santa Teresa de Calcuta pronunció una frase que siempre me ha impactado. Surge a requerimientos de un entrevistador, que se interesó por la importancia o intrascendencia de su labor, ella contestó: “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si faltara una gota”.
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