MADRID, 10 (OTR/PRESS) Que el mayor problema en el Congreso del PP sea si Cospedal puede o no ser ministra y secretaria general a la vez, no deja de ser irónico, contradictorio y tristemente cierto. En España pasan cosas pintorescas y seguimos siendo muy nuestros para esto de la política. Naturalmente que es más gracioso que el presidente del mayor imperio de mundo, Donald Trump, se preocupe públicamente por las tiendas que no venden los modelos diseñados por su hija, pero a eso le acompañan otra serie de medidas que no por prometidas en son menos disparatadas y nada graciosas. Pero a lo nuestro. Ciudadanos deciden cambiar de apellidos y dejar de ser un partido socialdemócrata en su ideario para hacerlo como una formación liberal-progresista. Ellos sabrán, porque yo no termino de entenderlo, pero vale. En definitiva no creo que cambie nada. En el PSOE ya vemos lo que está pasando y resulta que, según las encuestas, el líder mejor valorado es el único que juega de suplente y casi por obligación, el presidente de la gestora y del Principado de Asturias, Javier Fernández, un hombre serio sin afán de protagonismo liderando por obligación un partido que atraviesa el peor momento quizás de su historia reciente. Podemos puede acabar roto de Vistalegre o al menos con tales heridas que su curación no va a ser cosa de días si es que tiene curación y no escisión. Y por seguir con términos un poco médicos, lo que parece evidente es que, gane quien gane, habrá amputación de miembros, antes llamada purgas. Y en el centro de esta vorágine, llega el PP con la única duda señalada: el pluriempleo de Cospedal. Ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo este PP de Rajoy con no sé cuántos juicios rozándoles los dedos, con sentencias condenatorias por corrupción en Valencia a destacados líderes de su grupo, con un gobierno en minoría, con Bárcenas a la espera, con su presidente -que es el nuestro- ofreciéndose a intermediar con Tump, abriendo despacho en Barcelona para la vicepresidenta sin que hasta ahora parezca que se haya logrado mucho, con Aguirre y Cifuentes, una por un lado y otra por el otro, como los únicos versos sueltos sin ninguna posibilidad de lograr -no sé ni si lo van a plantear- nada en el Congreso. Ah: ¡y subiendo en la encuestas! Así es este país en pleno Siglo XXI. Donde debería haber zozobra reina la calma y los que aun deberían estar celebrando su triunfo andan a palos. No es fácil entenderlo, pero es lo que hay para bien y para mal.
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