MADRID, 17 (OTR/PRESS) Vaya por delante que comprendo que la banca, así, en general, es un negocio y no una ONG; pero una vez aclarado eso déjenme que les diga que no todos los negocios son iguales. Y el de la banca, para qué nos vamos a engañar, es uno de los más impresentables o al menos lo han convertido en eso a lo largo de los años. Lo suyo es la herencia puesta al día de los antiguos usureros, es la usura legalizada y legitimada, un tinglado que nunca pierde y cuando pierde por la mala gestión de los que la dirigen con sueldos inmorales y retiros escandalosos, no pasa nada: cuando los bancos pierden los rescatamos entre todos con una lluvia de millones que buena falta harían, por ejemplo, en la hucha de las pensiones de la Seguridad Social. Y las banqueras y los banqueros (que no los bancarios) no son inocentes, no nos engañemos; puede que sean necesarios, incluso puede que sean imprescindibles y mucho más en un mundo globalizado y controlado por un sistema capitalista que, según creemos muchos, se ha pasado de la raya. Y no son inocentes porque abusan de su poder, porque imponen unas reglas de juego que, como se ha visto, son inmorales y además ilegales; pero son tan grandes, mandan tanto, se han hecho con tantísimos "clientes" que resulta más peligroso perseguir sus desmanes que cambiar esas regulaciones que deberían hacer del negocio algo transparente y limpio, bueno para todos. Tenemos ejemplos lejos y cerca: cuando el imperio del actual presidente de los EEUU entró en quiebra se discutió qué hacer y fue preferible sostenerlo a base de millones a dejar que cayese. Aquí cerca conocemos esa historia porque es lo que pasó con las cajas y algunos bancos. Estos días estamos asistiendo aturdidos al sinfín de inmoralidades que se han ido cometiendo con la mayor impunidad en el sector financiero y ahora parece que empiezan a ser delictivas. ¿Y saben una cosa terrible? Temo que la Justicia les apriete las tuercas porque al final seremos todos quienes paguemos sus multas gracias a nuevas cobros -ya no sé si queda alguno- por sacar nuestro dinero y hasta por ingresarlo. Los bancos nos cobran ya hasta los sellos que no usan. Cláusulas suelo, preferentes, engaño del Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios, fraudes en la contabilidad bancaria, cobro de dietas, bonos, indemnizaciones, jubilaciones y planes de pensiones radicalmente inmorales por los directivos, las famosas tarjetas opacas. ¿Les suena todo esto? Si al menos tantos escándalos sirvieran para hacerles reflexionar pero va a ser que no: lo que les quiten por un lado nos lo van a cobrar por otro y debe ser el único negocio que cuando va mal en lugar de bajar los precios y dar facilidades, los sube y se encierran en su fortín. Hay tanta demanda que las ofertas las fijan ellos manejando un dinero que, encima, es el nuestro.
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