MADRID, 16 (OTR/PRESS) Los ültimos días están siendo de una extraordinaria riqueza en los acontecimientos y la información política, algo muy de agradecer, pero especial atención creo que merece todo lo relacionado con la deción de Pablo Iglesias en relación con su abandono del Gobierno para concurrir a las elecciones de Madrid, para intentar desbancar a Isabel Ayuso. Todo eso sin mencionar ahora lo relacionado con la situación polïtica en Murcia. Pero vayamos por partes, pues el tema vale bien la pena, pues parece que estamos ante unos hechos de especial interés político e informativo. Pablo Iglesias es un personaje absolutamente destacado en el panorama de la política española, cualquiera que sea el juicio que a cada uno le merezca o las respectivas coincidencias o discrepancias con el mismo, tema este que se presupone, y que hay que situar al margen del enjuiciamiento político. El interés que estas cosas suscita en la ciudadanía es muy evidente, como queda demostrado, y hay que juzgarlo al margen totalmente de las coincidencias o discrepancias con el personaje por parte de los opinantes. Esto ya sé que es mucho pedir, pero de eso se trata. Abandonar voluntariamente el Gobierno para probar fortuna, sin saber lo que va a ocurrir demuestra una enorme vocación política, que a Iglesias, por lo demás, se le reconoce de antemano. Pero a personajes como él, eso se les presupone y demuestran su vocación pero también su falta de miedo por lo que luego pueda suceder en la realidad. Es claro también que luego la procesión irá por dentro, pero eso se presupone y se cuenta con ello. Lo que sería necesario es que todos fuésemos capaces de juzgar imparcial y serenamente los acontecimientos para todo fuera de suficiente utilidad, aunque sea muy difícil. Lo que está sucediendo es muy complicado y además siempre es bastante imprevisible, por lo que el juicio posterior es muy complicado. También hay que decir que de los comportamientos de los protagonistas dependen los juicios que se emitan, tema en el que es exigible una gran sinceridad para que sirvan para algo. Lo que ha de quedar bien claro son las reacciones y los juicios de cada cual, que sin duda definen el carácter, la sinceridad e incluso la valía personal de los protagonistas, cosas que hay que tener presentes a la hora de juzgar los comportamientos. Cuando pase un tiempo y se produzcan los sucesos, entonces será la hora de los juicios definitivos, todo lo cual servirá de lección para todos, protagonistas y acompañantes, y que lo que se haga y se diga habrá de servirnos de enseñanza inapelable. Tengamos en cuenta todo ello de antemano para que nos sea útil y provechoso. Porque las enseñanzas de la realidad tambén han de ser válidas en el campo de la política, como es natural y obligado. En unas semanas, sabremos a qué atenernos y podremos emitir juicios definitivos. Eso espero y además deseo, porque siempre servirá de algo o de mucho.
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