MADRID, 14 (OTR/PRESS) El encuentro en Santander de los presidentes autonómicos con Sánchez acabó sin ningún resultado práctico. Eso sí, en medio de la contaminada vida política nacional, no hubo insultos ni se faltaron al respeto. Dato a destacar en todas las crónicas. Hace mucho que un evento así no se producía y llamó la atención la presencia de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que se había negado a acudir a Moncloa y del President catalán, Salvador Illa, cuyos predecesores tampoco acudían. Sirvió también para que el jefe del Estado y el presidente del Gobierno tuvieran tiempo para hablar y aclarar los malentendidos entre Moncloa y Zarzuela, con motivo de los compromisos internacionales, su ausencia de la inauguración de Notre Dame, la del ministro de Cultura, y la reacción demasiado aparatosa de Exteriores. Ayuso acudió a la cita con el único objetivo de denunciar la financiación singular de Cataluña y lo cumplió con creces. A partir de ahí, no hubo ninguna posibilidad de llegar a acuerdos, que afectarían a otras comunidades del PP, sobre financiación autonómica. Solo reconoció la necesidad de fondos urgente de Valencia, mientras su presidente Mazón trataba de pasar desapercibido en la foto del encuentro. Pero las secuelas de la catastrófica Dana siguen presentes en las calles de las localidades inundadas, sin que los fondos destinados a la recuperación lleguen a los afectados. Las partidas presupuestarias están. Lo que hace falta es eficacia en la gestión para que solucionar los ingentes problemas de la población. Por eso, la actitud cívica de los dirigentes políticos no puede servir de consuelo a la ingente necesidad de acuerdos en temas tan importantes como el reparto equitativo de fondos públicos o el tremendo drama de la saturación de menores en Canarias. Pese a que la nueva Comisión europea está endureciendo las medidas contra la inmigración, permitiendo, por ejemplo, a los Estados miembros castigar penalmente a quien ayude a entrar en la UE, aunque sea por motivos humanitarios, los niños y adolescentes ya están en Canarias. Se entiende la desesperación del presidente canario, Clavijo, que vio cómo en Santander se desvanecía otra oportunidad para resolver las precarias condiciones de acogimiento con que cuentan las islas. La agenda de la cumbre de Santander son problemas que afectan de forma importante en la vida de los ciudadanos que no pueden conformarse, simplemente, con un resultado de buenas formas y nada más. La política exige resultados.
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