La ONG Human Rights Watch ha instado a las fuerzas ruandesas y al grupo rebelde congoleño Movimiento 23 de Marzo (M23), que garanticen "urgentemente" el acceso a la ayuda humanitaria en el este de República Democrática del Congo, después de que el M23 asegurara tomar el control total de Goma, capital de la provincia de Kivu Norte, en medio del repunte del conflicto con el Ejército congoleño. "Las fuerzas ruandesas y del M23 deben abordar urgentemente la catástrofe humanitaria tras la llegada a Goma de cientos de miles de desplazados que huyeron de los combates en las últimas semanas", ha declarado el director para África Central de Human Rights Watch, Lewis Mudge. En este sentido, ha sostenido que "todas las partes beligerantes deben garantizar que la población tenga acceso a alimentos y atención médica y que los trabajadores humanitarios puedan circular libremente para prestar asistencia". La organización ha señalado que, en medio de la ofensiva, miles de desplazados luchan por acceder a suministros esenciales como alimentos, agua y medicinas. Además, ha expresado preocupación por el desmantelamiento forzoso de campos de desplazados en áreas cercanas a Goma, lo que podría empeorar aún más la situación. Asimismo, la falta de acceso a recursos básicos y el desabastecimiento de alimentos están exacerbando el sufrimiento de los residentes. HRW ha subrayado que, según el Derecho Internacional Humanitario, todas las partes en conflicto deben permitir el paso libre de la ayuda humanitaria, una obligación que debe ser cumplida sin demora para evitar más sufrimiento en la población civil. Este viernes, Naciones Unidas ha reportado más de 700 muertos, 2.800 heridos --entre ellos, muchas mujeres y niños-- y la destrucción de hospitales. Esto se produce después de que el líder de la Alianza Río Congo encabezada por el M23, Corneille Nangaa, amenazara con llegar a la capital del país, Kinshasa en medio del repunte del conflicto con el Ejército congoleño, que ha hecho saltar las alarmas sobre la situación humanitaria. El M23 es un grupo rebelde integrado principalmente por tutsis congoleños que lanzó una nueva ofensiva a finales de 2022, tras el conflicto entre 2012 y 2013, que se saldó con un acuerdo de paz, lo que ha elevado las tensiones entre RDC y Ruanda, que acusa a Kinshasa de reprimir a los tutsis congoleños con apoyo de grupos armados como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) --fundada por hutus huidos del genocidio en 1994 en territorio ruandés-- y otras milicias locales.
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