MADRID, 5 (OTR/PRESS) Imposible precisar qué es más asombroso, si que los que se salen de Vox aseguren hacerlo porque en el partido no hay democracia interna ninguna, o que una chirigota de los Carnavales de Cádiz no tenga ni pizca de gracia, absolutamente ninguna. Sobre lo primero, cabría preguntarse cómo es posible que alguien, por muy despistado que sea, eche en falta la democracia interna en un partido al que la externa, es decir, la democracia en general, no le suscita el menor entusiasmo, y sobre lo segundo, lo que cabría es, sin más, pasmarse. Ahora bien; que la gente se vaya o la echen de Vox y que el ilustrado pueblo gaditano expulse de su fiesta mayor a quien, no muy lejos, por cierto, de los postulados del mencionado partido, se propone aguarla o envilecerla, devuelve ambos sucesos, el de las defecciones continuas en lo de Abascal y el del finiquito a la insensata cuadrilla que profanó el teatro Falla, al mundo de la cordura. Con el nombre de Abre los Ojos, que no sé por qué me recuerda al de Hazte Oir, un grupo de antivacunas y negacionistas del deterioro climático se plantó en el Falla exhibiendo en su actuación, letra, música, voz y vestuario, la misma calidad que la de sus ideas, por llamar a esas sus majaderías de algún modo. La apócrifa chirigota iba capitaneada por su, digamos, alma mater, una tal Catalina Balber, al parecer representante en la tacita de plata del ultraderechista y espectral partido "Libres" de Ceuta, una señora que, convencida de que Cádiz "está adoctrinada", se propone desadoctrinarla con sus chaladuras y, lo que es peor, sin ninguna gracia. Acompañándola, entre otros, un caballero que dicen que es humorista, Oscar Terol, que al reparar al día siguiente de autos en la bochornosa astracanada en que había participado, pidió perdón. Uno de los guitarristas del conjunto, que reparó enseguida, sobre la marcha, antes que Terol, hizo mutis por el foro en plena actuación. Pero si este suceso en apariencia menor se reintegra al territorio de la cordura, se debe a la admirable reacción del pueblo gaditano, representado cabalmente por el público que llenaba el Falla: defendió pacíficamente, pero con la máxima energía, su refinado y democrático Carnaval frente al atentado que se perpetraba contra él en el escenario. Ojalá se tome nota de lo que procede hacer, antes de que sea demasiado tarde, para defender la democracia de quienes la amenazan. Se trata de defender la gracia que se quieren cargar los que no tienen ninguna.
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