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MADRID, 19 (OTR/PRESS) Por fin, el gobierno ha conseguido cerrar un pacto con el partido xenófobo y derechista de Puigdemont para que apoye el Decreto ley que permitirá el reparto obligatorio de los niños y adolescentes que se hacinan en los centros de Canarias. Como todo lo venden mal, han dejado que la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, contara su versión interesada de que Cataluña solo iba a recibir a veinte frente a los setecientos que iban a llegar a Madrid. Oído así, parecía un nuevo trágala del fugado a Waterloo. Y ha servido de munición para que diversos dirigentes de Génova pusieran el grito en el cielo, negándose al reparto. Todos no. Hay que destacar al presidente andaluz, Juanma Moreno, que, moderado como siempre, ha dicho estar a la espera de más información. Y esa información no es otra que los criterios que van a regir el reparto de los menores. El primero, la población de cada Comunidad, seguido de las tasas de desempleo y del número de niños de las pateras que ya han sido acogidos en ocasiones anteriores. Y en ese número, previo al actual reparto, está la explicación a que Cataluña reciba tan pocos. No se trata de que, tras las penalidades del incierto viaje, la separación de su familia y el hacinamiento canario, se les ofrezca una situación aún más precaria. Conviene recordar, aunque al PP y sobre todo a VOX se les olvida, que estos menores migrantes están protegidos por la Declaración de Derechos de la Infancia de la ONU, además de la legislación española. Por mucho que insista Abascal, no se les puede "expulsar" a Marruecos, porque, además, provienen de otros países africanos y huyen del hambre y las guerras. Y, teniendo en cuenta el bajísimo índice de natalidad que tenemos, si el Estado y las autonomías aportarán los fondos necesarios para su formación las ventajas les alcanzarían a ellos y a todos. Si se va a invertir, y bien hecho esta, en armamento para defender la Europa del futuro, que se invierta también en integrar y formar a los niños que ya están aquí con todos sus derechos. No son "menas" como les gusta al PP y VOX llamarles. Son seres humanos con una historia trágica detrás de su corta vida, a los que hay que proteger y ayudar. ¿O hemos perdido la humanidad?
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