MADRID, 16 (OTR/PRESS) De nada sirvió que el ministro de Economía Carlos Cuerpo hiciera una elogiosa descripción de su reunión con el secretario del Tesoro norteamericano. Horas más tarde, sus palabras eran desmentidas por un frío y duro comunicado de Scoot Besent, en el que se limitaba a recordar sus exigencias a España en el incremento del gasto militar y su oposición al impuesto sobre servicios digitales. Ni una mención a la mejora de relaciones. No había sucedido lo mismo tras sus encuentros con los responsables económicos de otros países europeos. Con Francia, Gran Bretaña o Alemania los comunicados citaban los intereses comunes y los fuertes lazos. Lo que indica la gravedad de la mala relación de la administración Trump con España en particular. Y eso teniendo en cuenta que el "enviado especial" fue Carlos Cuerpo, un ministro que se caracteriza por su solvencia profesional, su discreción y la prudencia en el verbo. Es decir, se envió a Washington a lo mejor del Gobierno. Porque ¿alguien se podría imaginar a Maria Jesús Montero aguantando impertérrita las veladas amenazas de Bessent? ¿O a Yolanda Diaz en la misma situación...? Donde el ministro español quiso ver "una puerta abierta a la negociación", el responsable norteamericano dibujó un portazo, mientras no se cumplan sus exigencias. O sea, nuestro pais lo va a tener muy crudo en el nuevo panorama comercial si la Unión Europea no consigue llegar a un acuerdo sobre la reducción de aranceles. Y, de momento, el comisario europeo volvió bastante desanimado de su viaje a EEUU. Las ayudas a las empresas más afectadas, para las que Sánchez ha diseñado una partida, y que sería bueno que contara con el apoyo del Partido Popular, son un salvavidas provisional, pero no solucionan el problema, dado que con Trump hoy es si y mañana no. De hecho, sus últimas declaraciones sugieren que los antiguos socios tendrán que elegir entre comerciar con China o con EEUU. Y el principal problema de la Unión Europea en esta crisis se llama Úrsula von der Leyen y su exceso de prudencia frente a las amenazas y chulería de la administración americana, cuyo presidente solo se relaciona con Milei o con Bukele. Cuerpo, que mantiene relaciones fluidas -y es posiblemente el único del Gobierno que lo hace- con los empresarios y los sindicatos, debe proponer un plan factible de supervivencia de las empresas que van a resultar más dañadas (e incluso con riesgo de cierre en determinados sectores). Quedan cuatro años de Trump en la Casa Blanca y, para entonces, podremos estar en recesión. También los ministros de Economía del UE, donde el responsable español se mueve como pez en el agua, tienen que mostrar una alternativa a Von del Leyen, porque el plazo de noventa días, dado como tregua por Washington para volver a imponer los aranceles, no admite más demoras.
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