 Save the Children reclama ayudas psicosociales para los más de 70.000 pequeños que viven en las zonas más afectadas
Crecer en viviendas insalubres, problemas de salud mental como miedo a la lluvia, o la interrupción de su educación son algunas de las secuelas que ha dejado la dana en los más de 70.000 niños y niñas que viven en las zonas más afectadas por la catástrofe de la que el próximo martes 29 de octubre se cumplen seis meses, según advierte Save the Children en un comunicado.
El responsable de la respuesta a la emergencia de la dana de Save the Children, Rodrigo Hernández, recalca al respecto que llevan trabajando con los menores desde que la barrancada "les ha arrebatado parte de su infancia" y aunque "poco a poco la situación de las miles de familias de las zonas afectadas va mejorando, todavía queda mucho trabajo por hacer".
Así, se calcula que el paso de la riada provocó daños en más de 75.000 viviendas en la zona cero, y aunque se ha avanzado en los trabajos de reconstrucción muchas familias con menores y adolescentes viven todavía en pisos que no reúnen las condiciones adecuadas. Habitar lugares con graves deficiencias de construcción, insalubres o convivir en hacinamiento tiene efectos sobre la salud, seguridad y bienestar de las personas y afecta especialmente al crecimiento, desarrollo y oportunidades de niños, niñas y adolescentes, advierte.
Es el caso de Eduvmary, vecina de Paiporta con un hijo de 10 años y un bebé de 10 meses. "El moho en mi apartamento ha destruido todo, afectado a todo tipo de cosas desde la madera a la ropa, hemos tenido que tirarlo todo. Mis hijos han contraído a raíz de eso enfermedades respiratorias", cuenta.
Hernández alerta de que crecer en entornos no adecuados "impacta no solo en su salud física, sino también en su salud mental: puede provocar ansiedad, depresión, enfado o incluso dificultades para conciliar el sueño o afectar al rendimiento escolar".
Por ello, ve "imprescindible" aumentar y consolidad las ayudas para la renovación y rehabilitación de viviendas afectadas, seguir reforzando alternativas habitacionales y adoptar medidas para las familias más vulnerables, que suelen vivir de alquiler, muchas de ellas incluso estaban sin contrato.
Además, constata que la infancia ha sido uno de los colectivos que más ha arrastrado los efectos de la catástrofe en salud mental: "Seis meses después, todavía hay niños a los que les da miedo la lluvia, los fenómenos atmosféricos o salir a la calle, mientras que los principales síntomas de la adolescencia han sido experimentar sentimientos de ira, rabia o tener problemas de sueño, y algunos de ellos y ellas han entrado en una etapa de tristeza". Por ello, desde Save the Children reclaman a las administraciones reforzar los servicios de salud mental infanto-juvenil.
"Cada vez que llueve a mi hijo mayor le da miedo, y me pregunta si le voy a ir a recoger al colegio. Siempre intento tranquilizarlo diciéndole que si eso vuelve a pasar suba al último piso, que no vuelva a casa, espere allí tranquilo y ayude a sus compañeros", relata Eduvmary.
UNA EDUCACIÓN INTERRUMPIDA
Del mismo moso, la ONG constata los efectos de la dana en la educación. Las primeras semanas se calcula que casi 40.000 niños, niñas y adolescentes en edad de educación obligatoria estuvieron sin poder asistir a clase por los destrozos ocasionados, lo que provocó que se quedaran muchos de los contenidos sin impartir, pero también de otras necesidades que no se han podido cubrir.
A día de hoy todavía hay muchos niños y niñas que no pueden asistir con normalidad a su centro educativo porque no están finalizados los trabajos de reconstrucción o siguen en barracones, señala Hernández.
Al respecto, solicita, ante la proximidad del fin de curso, "programas de apoyo y refuerzo a medio y largo plazo para que se pueda recuperar el contenido que no se haya podido impartir, así como flexibilizar los criterios de evaluación y que la repetición de curso no sea una opción, por ser una medida socialmente injusta".
Por otra parte, en un contexto de emergencia pueden salir a la luz indicios de violencia contra los niños. Por ello, Save the Children ha puesto en marcha siete espacios seguros y amigables para la infancia en diferentes municipios de la zona.
En estos espacios un equipo de profesionales, entre los que hay trabajadoras sociales, psicólogos, educadoras o pedagogos, ofrecen apoyo emocional, físico y educativo en un entorno seguro, a la vez que están protegidos. Además, realizan actividades deportivas, creativas y también juegan.
"Estos espacios son fundamentales para todas las familias de las zonas afectadas, ya que aquí no solo están a salvo de riesgos físicos y de cualquier tipo de violencia, también continúan su educación y se les proporciona atención psicológica para que puedan procesar todos esos sentimientos que les ha generado la catástrofe en un ambiente seguro. En definitiva, son espacios en los que pueden volver a recuperar parte de esa infancia que la dana les ha arrebatado y ser lo que son: niños y niñas", explica Hernández.
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