MADRID, 24 (OTR/PRESS) Este sábado el mundo se da cita en la incomparable Plaza De San Pedro. Dignatarios de todo el mundo, católicos y no católicos, asistirán al funeral del Papa Francisco, jefe del Estado más pequeño del mundo y representante de Cristo en la Tierra. Y es por esto, por ser el representante de Cristo en la Tierra por lo que ha sido Jefe de Estado y no al revés. Durante toda esta semana y en medio de un debate muy simplista se ha hablado de un Papa progresista por su mirada hacia los más débiles, por su oposición a la guerra, por su afán de acogimiento, por su deseo de acompañar a los que se sienten más solos, por su defensa del medio ambiente y por sus llamamientos al acogimiento de quienes huyen de la guerra y del hambre. Me niego a pensar que esta mirada al mundo sea patrimonio exclusivo de los que se denominan progresistas, y resulta inaceptable que aquellos que están en posiciones de conservadurismo extremo vean en esta forma de manifestarse del Papa que hoy se entierra, algo así como una traición a las esencias del cristianismo. Unos y otros; es decir aquellos que solo han visto en el Papa Francisco un mero líder social, como aquellos que le consideran un traidor a la propia Iglesia. Y no, el Papa Francisco y el que venga es algo más, algo distinto a un mero líder social. Ha sido un líder guiado por la compasión y la misericordia, elementos ambos de los que el mundo actual está deficitario. Nos molesta la pobreza, las guerras se libran lejos de nosotros y los que mueren en el mar son, para nosotros, perfectos desconocidos. Desde sectores de la izquierda se le ha alabado hasta la extenuación huyendo de cualquier referencia a su negativa rotunda al aborto o a la eutanasia, a la importancia de la oración. Han huido de poner en valor su espiritualidad plasmada en sus encíclicas. Se han olvidado, han omitido su carácter prioritario de hombre de Dios. Dese el conservadurismo extremo se le ha criticado, cuando no vilipendiado. Lo hacen quienes van de impolutos por la vida que se niegan a aceptar que el Papa ya fallecido y el que venga, son hombres de su tiempo, que tienen la obligación de no ver pasar el tiempo como si nada cambiara. Estos que van de impolutos no saben lo que es la misericordia y la compasión e incluso las buenas formas, además, claro está, de un profundo desconocimiento del Evangelio. El Papa Francisco ha manifestado una nueva mirada del mundo sin contravenir ni una sola norma de fondo de la propia Iglesia. Todos los papas que han sido y los que vengan son hijos de sus circunstancias personales, ha tenido y tendrán temperamentos distintos, formas distintas de expresarse y todos han sido y serán hombres con sus virtudes y defectos, con sus fortalezas y debilidades. Y todos ellos jefes de Estado y representantes de Cristo en la Tierra. Este sábado, cuando el mundo se dé cita en San Pedro, ojalá vea en el cuerpo inerte del Papa Francisco a un hombre bueno y hagan suyas sus plegarias por la paz y por los más necesitados. Jesús lo hizo hace 2.000 años.
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