MADRID, 25 (EUROPA PRESS) A Pedro Sánchez se le están agotando los recursos de su amplio repertorio de funámbulo político. Una de sus últimas maniobras ha soliviantado a una parte de sus socios de la izquierda, que han puesto el grito en el cielo al saber que, sin pasar por el Parlamento, aumentará en más de 10.400 millones de euros los gastos militares en Defensa etiquetándolos bajo diversos eufemismos. A algunos, caso de Podemos, les ha puesto en pie de guerra hasta el punto de desempolvar el añejo eslogan del "No a la OTAN" de cuando todavía existía la URSS y Moscú tenía terminales políticas y mediáticas repartidas por toda Europa. La parte de Sumar que tiene ministros en el Ejecutivo venía criticando con la boca pequeña el incremento de la partida de Defensa pero, como el diablo está en los detalles, ahora resulta que tras conocerse la existencia de un contrato de compra de munición a Israel por importe de seis millones de euros, no les ha quedado más remedio que, de manera un tanto forzada, salir a protestar colocando a Sánchez entre la espada y la pared de su contradicciones. Fue quien en su día reconoció al Estado palestino cuando sus socios acusaron a Israel de genocidio por los bombardeos de Gaza de manera que ahora el contrato de marras le dejaba en mal lugar. O en el lugar de siempre . Y a la vista de la sobreactuación de la parte de Sumar que procede de lo queda de Izquierda Unida, cuyo núcleo sigue siendo el Partido Comunista, el presidente ordenó romper el contrato con Israel. Será un pequeña victoria de quienes se rasgan las vestiduras por lo que sucede en Gaza sin haber dicho una palabra sobre los bombardeos rusos sobre Ucrania. El episodio será archivado, aunque no sin dejar en el aire la prueba de que la coalición que sostiene a Sánchez -la de la moción de censura- está tan resquebrajada como para que el presidente del Gobierno no se atreva a presentar este año el proyecto de Presupuestos que exige la Constitución ante el fundado temor de que podrían ser rechazados en el Congreso. Y en ese hilván está la continuidad de un Gobierno cuyo pilar esencial es la ambición de quien lo preside. Un ciudadano que ya nos ha dicho que tiene intención de culminar la legislatura "con o sin el concurso del poder legislativo", el Parlamento al que está hurtando los Presupuestos y el colosal incremento de la partida destinada a Defensa que se elevará hasta el 2% del PIB. Pero él sigue en el alambre.
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