MADRID, 28 (SERVIMEDIA)
Investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya, la Universtitat de Barcelona y la Universidad del País Vasco-EHU concluyen en un estudio que en la Iglesia española “nunca se han hecho investigaciones a fondo sobre la victimización producida a lo largo de los años para poder repararla adecuadamente y facilitar un acceso uniforme de las víctimas a dicha reparación”.
Así se refleja en el estudio sobre abusos sexuales dentro de la Iglesia católica realizado a nivel de toda España a cargo de Josep M. Tamarit, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC); Noemí Pereda, de la Universidad de Barcelona (UB), y Gema Varona, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), cuyos resultados se han presentado este lunes en la ‘Jornada sobre abusos sexuales de menores en instituciones religiosas: respuestas restaurativas desde la victimología’, que se ha llevado a cabo en el auditorio del Centro Carlos Santamaría de la Universidad del País Vasco, en San Sebastián.
El estudio, según sus impulsores, refleja la gravedad de los abusos sexuales a menores en la Iglesia católica y las escasas iniciativas para denunciarlos. También se hace eco de que los abusos sexuales han sido cometidos, mayoritariamente, por clérigos que conocían las experiencias previas de malos tratos que presentaban las víctimas. El pasado abril, la Conferencia Episcopal Española reconoció 220 casos de abusos a menores por parte de clérigos españoles conocidos desde 2001.
El trabajo ha sido desarrollado entre 2018 y 2021 por un grupo de profesionales que con experiencia investigadora en el ámbito de la victimología, y financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación e incluyendo fondos europeos.
Según la información difundida por las citadas universidades, el estudio cuenta con investigaciones cuantitativas y cualitativas de las que se concluye la mayor afectación a hombres, sin perjuicio de incluir un apartado específico con perspectiva de género sobre la invisibilidad de la victimización femenina. “Asimismo, documenta el profundo y duradero daño sufrido por las víctimas, tanto en lo que respecta al delito padecido como a la victimización secundaria o al daño añadido por una respuesta institucional tendente, muchas veces, a ocultar, silenciar, confundir y, en ocasiones, culpabilizar a las víctimas. A la gravedad de todo ello se suma el hecho de que, a veces, estas víctimas eran niños y adolescentes en situaciones ya agravadas de exclusión, desventaja social o discapacidad”, añadieron las entidades en una nota.
Asimismo el estudio muestra que “los abusos sexuales fueron cometidos, mayoritariamente, por clérigos que conocían las experiencias previas de malos tratos que presentaban las víctimas y, así, su extrema vulnerabilidad y la inexistencia de un contexto protector, lo que les permitía asegurarse la impunidad”.
DIVERSIDAD DE ACTITUDES
"La investigación sobre el modo en que la Iglesia católica ha reaccionado ante la aparición de casos de abuso refleja que ha habido diversidad de actitudes. La que ha predominado en muchos países ha sido de carácter defensivo, basada en la negación o la minimización del problema. Cuando ha sido imposible negar la existencia de casos de abuso, la respuesta oficial ha tendido a presentarlos como hechos aislados o a centrar las explicaciones en la búsqueda de las causas individuales, atribuyendo los abusos a rasgos psicopatológicos de los abusadores y obviando la posible influencia de causas de tipo ambiental o estructural», asevera Tamarit, el coordinador del proyecto.
El proyecto, cuyos resultados se encuentran en fase de publicación, propone buenas prácticas que permiten a las instituciones, religiosas y públicas en general, así como a la sociedad civil, desarrollar respuestas de solidaridad para con las víctimas e ilustran cómo otros países se han enfrentado con mayor éxito a esta problemática social. Ello ha supuesto que las instituciones concernidas hayan salido reforzadas, ya que se han tomado en serio el daño causado y han conceptuado el problema en un marco de justicia y salud pública.
Los investigadores han mostrado su gratitud hacia todas las personas que han colaborado en el estudio, incluidos miembros de la Iglesia, pero muy particularmente hacia las víctimas directas e indirectas, que han ofrecido su testimonio para el análisis en el marco del proyecto coordinado.
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