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Fernando Jáuregui
La semana política
Fernando Jáuregui

'Santidad, un par', le dije. Lo entendió y sonrió

MADRID, 21 (OTR/PRESS) Yo sabía que era el único Papa que podría, por idioma y sobre todo por talante, entender lo que desde hacía mucho quería decirle. Así que aproveché una visita a El Vaticano acompañando al Padre Angel y, beneficiándome de que había logrado estar en la primera fila de una zona más o menos reservada en la plaza de San Pedro, le estreché la mano y apenas alcancé a decirle en voz tan alta que sobresaltó a los presentes: "Santidad, un par". Sé que entendió que no era una falta de respeto, sino todo lo contrario, una muestra de admiración por su coraje. Me miró y me dedicó una sonrisa divertida: "reza por mí", me dijo. Lo mismo que a todos, pero la sonrisa cómplice fue solo para mí.

Es el recuerdo que ahora, cinco años después, atesoro en mi memoria como un gesto inapreciable procedente de un hombre al que he admirado mucho. Cuando, hace apenas cuarenta y ocho horas, veía su fotografía en la portada de algunos periódicos recibiendo a Vance, el vicepresidente de los Estados Unidos, hice a mi familia una pregunta casi premonitoria: "cuando Francisco se muera, ¿quién va a defender a los migrantes, a los marginados, a los más débiles, frente a políticas como las que ahora apadrinan Vance y su jefe?".

Francisco, o sea Bergoglio, o sea, el hombre humano, valga la redundancia, acabó el fugaz encuentro con Vance y lanzó su último mensaje pascual precisamente con una dura condena contra quienes desprecian a los débiles, se aprovechan de los marginados, atacan a los migrantes que abandonan su tierra en busca de una oportunidad para sobrevivir. Luego, consumidos en esta tarea magnífica los últimos restos de su voz, se murió.

Ahora Bergoglio, el hombre que siempre hablaba de paz y de justicia social, el hombre a quien dolía el dolor de los demás, ya se nos ha muerto. Y no sé quién, de entre todos los estadistas atemorizados por los rayos iracundos que nos llegan de la Casa Blanca (y de otros lugares, claro), nos va a defender ahora de esa furia aplastante. El era quien tenía el coraje y la fuerza moral, quizá el único que los tenía, para hacer las denuncias que hacía. Por eso les caía tan mal a algunos poderosos, incluso en su propio país natal, que le llamaban, madre mía, "comunista".

Deja un lugar sin precedentes en la Historia y en los corazones de muchos de nosotros, creyentes o no. Porque tenía eso, un par. ¿Quién, quién, qué voz nos queda ahora para defendernos de la maldad?

Coincide más o menos este año la celebración del Día del Libro, este miércoles, con dos acontecimientos a mi juicio importantes: la muerte de Vargas Llosa, un monstruo de la literatura, que cierra una etapa de gloria para las letras hispanas, y los casi cien días de mandato del actual inquilino de la Casa Blanca, que ha colocado la moralidad política en sus cotas más bajas. Puede que ambos fenómenos, más interconectados de lo que a primera vista parecería, nos estén indicando claramente el nacimiento de una nueva era que no sé cuáles cronistas definirán con mayor precisión en los meses y años venideros.

21 de abril de 2025.

Si hemos de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, habremos de confesar que, durante las jornadas de la Semana Santa, el periodista tiene pocas oportunidades de toparse con alguna fuente digna de interés. Algún concejal en busca de popularidad en una o dos procesiones, bastantes llamadas telefónicas generalmente inatendidas* Pero dos de ellas, de alguna importancia, me han llamado especialmente la atención, porque, procedentes de sectores ideológicos distintos, me transmiten la misma idea: puede que, tras la desesperación y el desconcierto, aún sea posible un cierto optimismo. ¿De veras?, pregunto. De veras, piensan con cautela.

20 de abril de 2025.

John Reed, el legendario periodista izquierdista norteamericano, escribió en 1919 un libro que se hizo famoso sobre la revolución rusa, 'Diez días que estremecieron al mundo'. No sé si ya algún Woodward o algún Bernstein estarán preparando un volumen que bien podría titularse 'Cien días que envilecieron al mundo', y que en su portada llevaría el rostro malhumorado de quien ahora pretende mandar, con despotismo escasamente ilustrado, sobre todos nosotros. Bien, técnicamente aún no se han cumplido siquiera esos cien días, el período en el que tradicionalmente se dice que ya se puede evaluar el comportamiento de un nuevo Gobierno. El republicano de la Casa Blanca lleva, según mis cálculos, solo 89 días, que a muchos se nos han hecho los más largos de nuestra vida. Pero no hace falta llegar a la cifra redonda de los cien: ya tenemos bastante para valorar lo que el presidente norteamericano ha hecho en este su segundo mandato.

18 de abril de 2025.

La democracia, tal y como se entiende en los ambientes más civilizados, está sufriendo sin duda un serio retroceso. En el mundo -y Trump tiene no poca culpa-, en Europa -y Trump tiene también su culpa- y en España -y me parece que Trump tiene, en este caso, menos culpa: algo se había desandado ya por estos pagos en el sendero democrático-. Ahora, el Gobierno español, percibiendo, dice, una tendencia, sobre todo entre los jóvenes, de simpatía hacia posiciones populistas y autoritarias, contraataca con una serie de medidas: una de ellas, intenta establecer el voto a los dieciséis años. Entre otras cosas. Pero eso, por supuesto, no es bastante. La democracia se defiende también, y sobre todo, con otras decisiones y pasos. Estos:

17 de abril de 2025.

No sabe usted, querido lector, cuánto siento, en un día como hoy, aún golpeado por la muerte del escritor de quien me ufano haberlo leído todo, Mario Vargas Llosa, y, encima, con la que está cayendo en el mundo, tener que dedicar esta columna a lo que la dedico. A Jessicalandia. La tierra en la que una tal Jessica Rodriguez -otros escriben el nombre con una sola 's', Jésica- acapara titulares escandalosos como amante y beneficiaria de sus relaciones con alguien que fue ministro, y muy importante por cierto, José Luis Ábalos. En torno a Jessica y otras ex amantes del ministro presuntamente libidinoso, dicho sea con perdón, se ha montado un enorme lío que salpica, cómo no, al propio presidente del Gobierno, cuya mujer parecería haber tenido algunos contactos de negocio con esa 'trama Koldo', o Ábalos, o Jessica, que está devastando al Partido Socialista que gobierna en España desde hace siete años.

15 de abril de 2025.

Va a cumplirse un año, ocurrió el 24 de abril de 2024, desde que Pedro Sánchez anunció que se tomaba un período de meditación de cinco días para asegurarse de que seguir en la presidencia del Gobierno, con los ataques a la integridad de su mujer, 'merecía la pena'. Hubo quien se lo tomó como lo que realmente pareció ser, una añagaza de imagen de las muchas que han jalonado sus once años en el primer plano de la política. Algunos otros le creyeron: el hombre que se confesaba 'enamorado' de Begoña Gómez parecía haber llegado al paroxismo en su tensión contenida, en el desgaste que le significaba llevar, entonces, casi un sexenio en La Moncloa.

14 de abril de 2025.
 
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