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Herme Cerezo
Crítica literaria
Herme Cerezo Rabadán nació en Valencia en 1957. Casado y padre de una hija, es Licenciado en Historia Moderna por la Universidad Literaria de Valencia, aunque no ejerce la docencia. Asiduo lector de novelas, hace unos años despertó su interés por escribir sus propios relatos, siempre dentro del terreno de lo breve. Fruto de este trabajo fue la consecución de algunos premios literarios y la publicación de su libro "El perro faldero" en Brosquil Edicions en 2003. Además, ha colaborado como crítico literario en el diario castellonense Mediterráneo y ha sido jurado en diversos certámenes. En septiembre de 2006 vio la luz su última obra "Tranvias, Trolebuses y Autobuses. La Empresa Municipal de Transportes de Valencia" y en la actualidad colabora como entrevistador, articulista y crítico en SIGLO XXI y en varias revistas.
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Como ya viene siendo habitual desde hace cinco años, la sala Carme Teatre dedica el mes de septiembre a la programación de su ciclo, que este año contará con el estreno absoluto el 2 de septiembre de la producción de la compañía valenciana dirigida por Javier J. Hedrosa, un viaje desde el yo para llegar a el/la otro/a.
Entrevista a Luis García Jambrina, escritor y profesor universitario, afincado en Salamanca, que acaba de publicar ‘La doble muerte de Unamuno’, editada por Capitán Swing, un texto de investigación donde se recoge el fallecimiento de don Miguel, acaecido el 31 de diciembre del año 1936, en su domicilio particular, sentado alrededor de una mesa camilla y con las zapatillas chamuscadas por el brasero.
Men Marías acaba de publicar ‘La última paloma’, editada por Planeta, un thriller con una estupenda aceptación por parte de la crítica y de los lectores. La acción se desarrolla en el sur de Andalucía y se centra en el horroroso asesinato perpetrado en la persona de Diana Buffet, una joven cuyo cuerpo aparece salvajemente mutilado y con unas enormes alas cosidas a su espalda.
Editado por Temas de hoy, el libro que pesa 355 gramos y contiene 47.705 palabras, aunque en un principio debió tener muchas más. Es la historia de la peor familia del mundo y del peor recuerdo de una amistad entre dos adolescentes sin futuro. Entre las páginas del libro se cuelan personajes de la Transición (Felipe González), de la farándula (Lola Flores), así como relevantes momentos sociales (las privatizaciones o la herencia de los GAL).
En 1995 publicó su libro ‘Así se hizo la Transición’ y ahora, más de veinticinco años después, la periodista regresa a las librerías con este nuevo título, editado por Espasa, un texto de apenas doscientas cincuenta páginas, ilustrado por Peridis, en el que ofrece un resumen muy detallado, ameno y de fácil lectura, de todo lo que aconteció en aquel periodo tan trascendental para la vida de nuestro país.
Es junio, domingo por la mañana, la capital del Turia bosteza, perezosa, mientras el calor se despierta. El cielo aún es gris, pero el sol ya asoma entre las nubes. Víctor del Árbol está sentado frente a su colega la escritora Rosa Ribas en la terraza del Hotel Inglés.
Con su novela ‘El puñal’, protagonizada por Remil, una suerte de agente de la inteligencia argentina, un tipo profesional y carente de escrúpulos, Jorge Fernández Díaz (Buenos Aires, 1960) inició la escritura de una serie de novelas protagonizadas por este sujeto.
Hace unos días se cumplió el bicentenario del fallecimiento de Napoleón Bonaparte en la isla de Santa Elena. El emperador francés anhelaba tener Europa en su puño y para eso, entre otros territorios, trató de anexionarse la Península Ibérica. En su empeño tropezó con el empecinamiento de los nativos, que no querían dejarse dominar.
Esta es una entrevista distinta. Sucede de vez en cuando. Todo se puso en funcionamiento mientras tecleaba el número telefónico de Suso de Toro (Santiago, 1956), al tiempo que pulsaba la tecla rec de la grabadora. Mi llamada venía motivada por la publicación de ‘Un señor elegante’ (Alianza Literatura), el nuevo libro del escritor gallego, un texto de difícil clasificación.
Nora Roy, una paciente del psiquiátrico Vera de la Cruz, asesina a su psiquiatra y a una de las enfermeras del centro. Nadie se explica cómo fue capaz de hacerlo y de huir sin ser descubierta. Peor aún: nadie conoce su paradero. Otra mujer, Eva, alquila una habitación de su piso a Charlotte, una parisina discreta y poco habladora. Una noche Eva conocerá a Adrián en una discoteca y acabarán en su piso en lo que, aparentemente, suena a una cita prometedora. A la mañana siguiente, Adrián no está, Charlotte ha desaparecido y las paredes de su cuarto están teñidas de sangre.
Pues sí, pero esa es nuestra materia prima. En un mundo feliz no habría literatura, por lo menos novelas. Quizá hubiera poesía, pero poca y malísima. Los novelistas trabajamos con el dolor y la crisis, con todo lo malo, no con lo bueno. Y también con lo que no se sabe.
La verdad es que fue una cosa un poco rara. Fue como el nacimiento de una imagen, la de Teresa muerta, una inmigrante hondureña que, de alguna manera, seguía yendo a las casas donde había limpiado mientras vivía. Surgió con mucha fuerza, tanta que la novela está montada en torno a ella, ya que los demás personajes nacieron porque Teresa existía.
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