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Rafael Torres
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Rafael Torres

¿50 años en libertad?

MADRID, 6 (OTR/PRESS) Con Franco no murió, en noviembre de 1975, el franquismo, de modo que no se entiende muy bien que se conmemore el cincuentenario de aquella fecha como la de la recuperación de la libertad, que así se llama, "50 años en libertad", el conjunto de actos que ha programado el Gobierno sobre el particular. Con Franco no murió, lamentablemente, el franquismo, pues aquella amenaza del sátrapa según la cual quedaba todo atado y bien atado, no expresaba un deseo, ni un farol, ni una siniestra fantasía crepuscular, sino un lazo real que maniató durante los interminables años de la Transición el desarrollo de la democracia, y que, en una medida de imprecisa cuantificación, lo sigue maniatando.

Tras la muerte física del dictador no se borró el rastro de oprobio, de violencia, de corrupción, de atraso, de miseria moral, de imbecilidad y de represión que generó su régimen, y tardó mucho, si no en borrarse, sí en acomodarse o diluirse en una democracia que, a causa de ese rastro letal y de ese lazo, tuvo que andarse con pies de plomo. Ido el pantocrátor, el caudillísimo, el césar visionario, quedó intacta toda su maquinaria, todo el aparato que le había permitido maltratar a España durante cuatro décadas, el policial, el militar, el judicial, el burocrático. Por quedar, quedó intacto también, y cumplido, su designio sucesorio en la persona de la que, escondida bajo el oropel cortesano y el tabú, y regada por los chorros de borbonina de la propaganda, hoy se conoce su verdadera catadura moral.

Otra cosa que dejó el cruel personaje al emprender el viaje del que no se ha de volver, fue, inevitablemente, aquello que se dió en llamar el franquismo sociológico, compuesto por la masa de sus cooperadores y beneficiarios. Aparentemente dormido, o semi domesticado, bastó que algún gobierno de la nueva democracia diera pasos realmente democráticos en la acción social o en reconocimiento de derechos, para que ese franquismo sociológico despertara abruptamente, convirtiéndose, cual vemos hoy, en un franquismo nostálgico y reivindicador del franquismo precisamente.

¿50 años en libertad? No siendo la libertad una cosa que se da, sino que se quita, tanta se quitó durante décadas, que en medio siglo no se ha recuperado toda. Y aún hay quienes abogan por recuperar menos, o por volver a quitarla.

La insistencia de presentadores y reporteros de todas las cadenas en calificar la marcianada de las pre-uvas de "tradición", llegando algunos, incluso, a acuñar el revolucionario concepto de "nueva tradición", no anticipaba nada bueno. Tampoco la peligrosa absurdidad, recogida igualmente por los noticiarios en el día postrero del año con gran despliegue, de sustituir las uvas por aceitunas, gominolas o torreznos, anunciaban una Nochevieja televisiva en sus cabales. Y así ocurrió, en efecto. De la catarata de tópicos, "déjà vu", propósitos clónicos de unos y otros para el Año Nuevo y actuaciones musicales enlatadas, pudo emerger, sin embargo, algo de aquello que le va faltando al mundo no importa ya en qué año: inteligencia, gracia, verdad y buen gusto. No emergió, ciertamente, del debut de Broncano y Lalachus en lo de las campanadas, por mucho que haya, entre alguna gente joven, quien los describa como genios, ni desde la entrega añeja, rutinaria y ramplona de un José Mota que no vive, en el terreno de la creatividad, sus mejores momentos, ni tampoco de la performance anual de la Pedroche, rehén permanente de su obsesión por aparecer vestida y desnuda al mismo tiempo, si bien lo del atuendo de éste año, construido a partir de leche materna, de la suya propia, logró, cuando menos, suscitar un poco de estupefacción, acrecida por la presencia de un señor bajito al lado de semejante constructo. Pero de donde sí emergieron la inteligencia, la gracia, la verdad y el buen gusto fue, de una parte, del cierre del singular recordatorio del año agonizante que dirige en TVE Carlos del Amor, a cargo del Coro de la Unión Musical y de la Banda Primitiva de Paiporta, la atormentada localidad valenciana que puso lágrimas a muchos en los ojos, y, de otra, en los rótulos del especial de "Cachitos de Hierro y Cromo" de Nochevieja. La buena gente de Paiporta puso, en representación de toda la dramáticamente anegada Huerta Baja, la verdad, y González Bautista y Alcaraz, los guionistas de "Cachitos", la gracia. Y unos y otros, el buen gusto y la inteligencia. Nada hacía presagiar esa benéfica irrupción cuando vimos, poco antes, lo de las pre-uvas y los torreznos.

2 de enero de 2025.

El hospital en el que se ha operado Netanyahu de la próstata no es un hospital de los que bombardea Netanyahu. No podría serlo, pues además de que no es ubicuo aunque lo parece para el mal, esto es, que no puede estar operándose y bombardeándose a un tiempo, ya liquidó hace unos días el último hospital que quedaba en el norte de la franja de Gaza. Hay hospitales y hospitales; unos, reducidos a escombros, a cenizas, por la perfidia del personaje, y otros, flamantes, con un bien abastecido y fortificado búnker en el subsuelo donde se recupera de la intervención quirúrgica.

31 de diciembre de 2024.

Sólo hay un árbol más odiado que el eucalipto por los mastuerzos: el pino. Cualquier pino, todos los pinos, los pinos de todas partes, los pinos de cualquiera de las siete especies autóctonas de España. Al pino, que no puede defenderse, se le acusa de todo lo habido y por haber, de desertificar el suelo, de estar donde no debe, de arder como la estopa a la mínima, y, sin embargo, el pino es un árbol maravilloso.

26 de diciembre de 2024.

Alemania se pregunta el porqué del atentado en un mercadillo navideño de Magdeburgo, pero la propia pregunta contiene la respuesta: por nada. Por ninguna razón, sino antes al contrario, pues la matanza indiscriminada que acabó con la vida de cinco personas, entre ellas un niño de nueve años que pertenecía a la sección infantil del cuerpo de bomberos de la localidad, y que dejó malheridas a más de doscientas, pertenece a la esfera de la más absoluta sinrazón. El asesino múltiple, un psiquiatra, era, es, un enajenado.

24 de diciembre de 2024.

A los coches desfigurados, irreconocibles, que se amontonan en solares y campas de varios pueblos de la Huerta Sur asolados por la riada, les llegó la muerte, como a los doscientos y pico fallecidos en el desastre, antes de tiempo. Se apilan en esos cementerios improvisados, como de guerra, y han empezado a arder seguramente como recordatorio de lo que fuera del radio de aquél naufragio descomunal se va olvidando.

19 de diciembre de 2024.

MADRID, 16 (OTR/PRESS) Si Trump se presenta escoltado por Elon Musk, ¿qué razón hay para que Aldama no lo haga con Esteve, el de Desokupa? Diríase que la distancia entre unos y otros acompañantes y acompañados es sideral, pero también se podría estimar que tal distancia, sobre todo por el miedo que dan todos ellos, es mínima. En todo caso, lo disruptivo que representan irrumpe como elefante en cacharrería en unas democracias que, si no aprenden a defenderse, esto es, si no espabilan, pudieran estar en las últimas.

17 de diciembre de 2024.
 
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