MADRID, 3 (OTR/PRESS) Dice Donald Trump que "arancel" es la palabra más bella que existe. Aun teniendo en cuenta que, por su escasa instrucción, no debe conocer muchas palabras, el hecho de que le subyugue precisamente esa (que no es esa, arancel, sino la voz que viene a significar lo mismo en inglés, "tariff"), podría revelar un cierto refinamiento, hasta ahora impensable, en su persona, pues, si no la que más, la palabra arancel es, en efecto, muy bella. Podría revelar eso, pero no lo revela, pues lo que le emociona de ella no es su eufonía, ni el delicado juego que celebra entre el paladar y los labios al ser pronunciada (que él no pronuncia, pues "tariff" es más cosa de dientes, dientes, que es lo que les jode, como diría la Pantoja), sino su significado. Esto es, que lo que a Trump le parece bello es el "bullying" que con el arancel puede hacer a las economías de los países a los que el suyo compra mercaderías. Arancel es una palabra muy bella, como la mayoría de las que provienen del árabe andalusí. En España tenemos la fortuna de topárnoslas constantemente, y no sólo en el Sur, donde emergieron y han resistido lozanas al paso del tiempo. Hechos a ellas, hasta el término inglés "tariff" nos remite a otra de la familia, tarifa, que es la que pronuncia Trump despojándola de toda belleza. Mas, para la guerra, da igual una voz que otra, pues guerra, guerra comercial que no pocas veces deviene en otra cosa, es lo que quiere y busca el infausto personaje, y ya se la ha declarado a Canadá, a México y a China, a ésta de menor intensidad por la cuenta que le tiene. Contra Europa está a punto de declararla de un momento a otro. Ya está tardando. Habiendo tantas palabras en el inglés, bien que bastantes menos que en el castellano, a Trump le seducen sólo las de espantoso significado: deportación, exclusión, amenaza, discriminación, racismo, recorte, invasión, arancel... No conoce muchas, las precisas que necesitó para hacerse obscenamente rico, pero las pocas que conoce las dispara, ora apuntando, ora a discreción. Las palabras son como balas en sus labios, y arancel le parece una bala muy bella.
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