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Terrorismo e intento de golpe de Estado es como las autoridades y los periodistas califican la invasión y destrucción de las sedes de los tres poderes de la República por miles de adeptos del ex presidente Jair Bolsonaro, en la tarde del 8 de enero en Brasilia. El acto de violencia sin precedentes en Brasil condena al aislamiento a la extrema derecha encabezada por el llamado bolsonarismo.
Al parecer, ahora son los golpes de estado en Estados Unidos los que contagian su mal ejemplo a Latinoamérica, falsa paradoja si consideramos que siempre las dictaduras fueron irradiadas desde el país que se auto postulaba como promotor de la democracia.
Golpe tras golpe derrumbaron a Castillo. Pero no solo era Castillo, eran los castillos del pueblo peruano oprimido y explotado. Y las manifestaciones y su represión sangrienta lo han demostrado. La actual alegría estadounidense aclara quién estaba en la sombra de los golpes continuos a Castillo. Pero la alegría hegemonista se transforma en tristeza ante la proclamación de Lula como presidente de Brasil.
Este país no puede ver manchado su nombre por el comportamiento irracional y asesino de unos policías ciegos de odio y de venganza. Es un gran país donde los diferentes grupos — Kaló, Rom y Sinti — han contribuido con eficacia a su desarrollo y puede presumir con orgullo de haber sido el primer país del mundo cuya principal autoridad ha sido ejercida por un gitano: Juscelino Kubitschek de Oliveira, un médico de origen muy humilde.
Algunos de sus rivales, como el cineasta Michael Moore, pusieron en duda ello aduciendo que Donald Trump es tan mentiroso que es capaz de fabricar esa noticia para generar simpatías hacia su persona o para distraer a la gente sobre comentarios adversos a su conducta durante el referido fórum electoral.
“El Cazador estuvo de acuerdo, pero dijo: «Si deseas ganarle al ciervo, debes permitirme colocar este pedazo de hierro entre tus mandíbulas, para que pueda guiarte con estas riendas, y tambien debes dejarte colocar una silla de montar sobre tu espalda para que pueda mantenerme firme sobre ti mientras seguimos al ciervo. El Caballo aceptó las condiciones, y el Cazador pronto lo montó y lo ató.
Se abre paso a marchas forzadas el enésimo lema del capitalismo para intentar reciclar sus propias basuras ideológicas y parecer otra cosa distinta dentro de nada, a la vuelta de la esquina cuando la pandemia aminore su virulencia mortal a cero o casi cero u oficialmente se dé como neutralizada aunque el bicho siga matando pero sin reflejo mediático excesivo en las estadísticas de guerra. Todo por la economía; todo por el beneficio; todo por la reconstrucción nacional.
En Brasil, el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro ha presentado un proyecto de ley que despejaría el camino para la minería, la agricultura y la extracción de petróleo y gas en tierras indígenas, incluso en la Amazonia brasileña.
En Brasil, el número de personas asesinadas por la policía aumentó drásticamente. El año pasado, la policía mató a un promedio de 17 personas por día, según datos oficiales del Gobierno.
En Brasil, agrupaciones en favor de los derechos humanos advierten en una carta abierta que los últimos pueblos indígenas no colonizados de la Amazonia se enfrentan al “genocidio”, en medio de incendios arrasadores y crecientes incursiones en sus territorios.
Brasil está rechazando una promesa de las naciones del G7 de proporcionar 22 millones de dólares de ayuda para combatir los incendios forestales en la Amazonia. El lunes, el presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, acusó al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y a otros líderes mundiales del G7 de tratar a Brasil como una “colonia o tierra de nadie”.
El vídeo, que muestra a indígenas no contactados de la tribu awá en el estado de Maranhão (al este de Brasil), fue grabado por sus vecinos indígenas guajajaras, quienes luchan para proteger las “islas” de selva que habitan los awás.
Algo que puede dar una muestra del giro que hoy viene experimentando Latinoamérica es la contradicción entre la forma en la cual los mayores gobiernos de las Américas y Europa enaltecen al único presidente autoproclamado de las Américas (el venezolano Juan Guaidó), el cual también es el único del mundo que llama a que EEUU y sus vecinos invadan a su país, mientras desprecian y aceptan el aprisionamiento de quien fuera el presidente más votado de dicho hemisferio y del mundo (el brasileño Lula Da Silva).
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