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Las fuerzas armadas de Rusia y Ucrania, así como las de Myanmar y Siria, han utilizado este año municiones en racimo en sus combates, a pesar de la campaña internacional para la proscripción y eliminación de estas armas, según se confirma en un informe emitido esta semana por la organización Human Rights Watch (HRW).
Las bombas de racimo contienen numerosas municiones que se dispersan antes de tocar el blanco y causan graves daños en un radio amplio. Una convención internacional prohibió su empleo, que daña sobre todo a civiles, pero países como Estados Unidos, Rusia y Ucrania no forman parte del acuerdo. Según un informe difundido por la organización humanitaria Human Rights Watch, "las bombas de racimo matan más civiles que combatientes".
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