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Los recuerdos están bien, pero en el pasado nada hay ni nada vive ya. Se olvida uno de Quinta Crespo, Las Mercedes, La Candelaria, Avenida Libertador, Ño Pastor a Misericordia, La Castellana, Macaracuay y Avenida México, del estupendo Parque del Este, donde íbamos a correr con nuestra madre.
No es que se trate de un “cura trabucaire”, ni mucho menos. Lo que sucede es que Cacho nunca ha sido un sacerdote al uso. Le conozco desde hace más de cuarenta años y he trabajado estrechamente con él en diversas ocasiones. Le conocí en el Teléfono de la Esperanza y he seguido su trayectoria como párroco en el Ejido, como misionero en Méjico y finalmente, en su destino actual como responsable de una parroquia situada en los arrabales de Caracas, en Venezuela.
Dos horas en bus, vivir en Caracas, de aquí, Quinta Crespo, Maripérez, para allí. Viajar como cada cual, llegando a tiempo, pagando cuarenta y nueve bolívares treinta y siete, el bus 33, angustia y peso, dolor y rostro que se cae, que ya no valdrá lavarlo con agua y jabón.
A eso él le llama una movilización cívico-militar, aunque eso en los hechos es el inicio de un golpe militar en el que el “presidente encargado” y el líder de su partido se atrincheran en una base bélica para impulsar una insurrección armada.Lo acontecido se da en la víspera de lo que Guaidó ha prometido como lo que debería ser la mayor movilización popular en la historia del mundo, pues para este primero de mayo él venía prometiendo que iba a sacar a multitudes a las calles.El gobierno ha indicado que se trata de una minoría de “traidores” que van a ser sofocados.
Por otro lado, la MUD ha denunciado que los "colectivos" --grupos de civiles armados supuestamente por el Gobierno-- han atacado con piedras un autobús en el que manifestantes opositores se dirigían desde la ciudad de La Victoria a Caracas para participar en "la gran toma".
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