No es que se trate de un “cura trabucaire”, ni mucho menos. Lo que sucede es que Cacho nunca ha sido un sacerdote al uso. De parroquia tradicional. Le conozco desde hace más de cuarenta años y he trabajado estrechamente con él en diversas ocasiones. Le conocí en el Teléfono de la Esperanza y he seguido su trayectoria como párroco en el Ejido, como misionero en Méjico y finalmente, en su destino actual como responsable de una parroquia situada en los arrabales de Caracas en Venezuela, donde vive inmerso en un barrio de pobreza extrema pleno de guerrillas urbanas, de droga y de abandono a su suerte. Su labor de cada día ya se puede considerar como una buena noticia por sí misma. Pero lo mejor del tema es que tiene involucrada en la misma a una buena parte de la Málaga solidaria. Cacho se encuentra constantemente en contacto con diversos grupos de malagueños que le apoyan en sus proyectos. La fundación el Pimpi, el Teléfono de la Esperanza, el Club de Leones, sus antiguos feligreses, la cofradía de la Crucifixión, sus antiguos alumnos y sus amigos en general estamos siempre dispuestos a echarle una mano comprando sus libros, viendo sus documentales o participando de cuantos eventos se organizan para cooperar económicamente con su trabajo. Ayer tuve la suerte de asistir a uno de ellas. Un grupo de jóvenes entusiastas se pusieron a la tarea de organizar una verbena en el recinto ferial del Puerto de la Torre. Allí se presentaron todo tipo de actuaciones en un escenario inundado de calor, de sol y de solidaridad. Un montón de mesas fueron ocupadas por los asistentes que dieron cuenta de un excelente catering preparado cariñosamente por los organizadores del acto. Muchas empresas hicieron donación de los diversos comestibles y bebidas que se consumieron en la fiesta. Una excelente noticia que, en mi opinión tiene una gran trascendencia. Los malagueños no olvidan al Padre Cacho y su extraordinaria labor en ese país lejano en la distancia pero cercano en el corazón. En Venezuela, en Caracas, en la parroquia de los Cerros de San Agustín tenemos un trocito del corazón de Málaga que no abandonaremos mientras haya posibilidad de hacerlo. Como cada tres o cuatro años, Cacho volverá a Málaga para seguir involucrándonos en su tarea. Que no dude que lo haremos. Gracias por estar y por ser.
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