Un grupo de militares se ha alzado en la capital venezolana en el distribuidor Altamira y la base aérea de La Carlota muy cercanos al Palacio de Miraflores. Los golpistas han liberado a Leopoldo López, el jefe del partido Voluntad Popular de Juan Guaidó, quienes han aparecido en un video allí llamando a desencadenar la fase final de la “Operación Libertad” en la lucha por deponer a Nicolás Maduro.
Guaidó ha hecho un llamado abierto a los uniformados a que se unan al golpe y a los ciudadanos a que se congreguen en torno a esa base castrense. A eso él le llama una movilización cívico-militar, aunque eso en los hechos es el inicio de un golpe militar en el que el “presidente encargado” y el líder de su partido se atrincheran en una base bélica para impulsar una insurrección armada.
Lo acontecido se da en la víspera de lo que Guaidó ha prometido como lo que debería ser la mayor movilización popular en la historia del mundo, pues para este primero de mayo él venía prometiendo que iba a sacar a multitudes a las calles. El gobierno ha indicado que se trata de una minoría de “traidores” que van a ser sofocados. Sin embargo, todo indica que Venezuela puede entrar en su peor crisis desde que Guaidó se autoproclamó como presidente el 23 de enero. Esta vez la oposición de derecha controla una base militar estratégica y ha venido preparando durante semanas una gran manifestación para el miércoles.
Hasta la fecha Maduro, a pesar que le han tildado de dictador, ha demostrado moderación en su trato contra los golpistas ya que ha mantenido a López en prisión domiciliaria, nunca ha detenido a Guaidó o a sus vicepresidentes y le ha permitido a sus partidarios movilizarse libremente, pese a que les acusa de hacer acciones terroristas para sabotear el servicio eléctrico y de agua, de querer subvertir a los cuarteles y de querer provocar una invasión militar extranjera. La situación puede escalar y podría servir de pretexto para una eventual intervención militar norteamericana bajo la excusa que la Asamblea Nacional de Caracas pudiese solicitarle su ayuda.
Algunos podrán querer interpretar lo que está pasando como un manotazo en el agua de un ahogado ya que en más de 3 meses de haberse auto-juramentado como presidente Guaidó ha sido incapaz de cumplir con cualquiera de sus planes. Sabiendo de que su capacidad de convocatoria viene cayendo (algo que reconocen los mismos opositores de derecha) este podría ser su último intento para provocar una intervención que EEUU no ha querido dar por temor a no ser respaldado por la población venezolana y a que ello produzca un polvorín incontrolable en el Caribe y Latinoamérica. En cierta manera lo que ha acontecido demuestra que la oposición de derecha no ha logrado avanzar mucho dentro de los militares, pues si tuviese una fuerte influencia sobre los uniformados se hubiesen lanzado a tomar Miraflores o a arrestar al presidente (como ocurrió contra Chávez hace 17 abriles). Esta vez, a diferencia del 2002, apuestan a sacar gente a las calles y a provocar una intervención extranjera.
En todo caso lo acontecido es serio. Hasta la fecha Maduro ha respondido como un boxeador que aguanta golpes hasta esperar que su adversario se agote, pero en este caso se da el primer alzamiento castrense (y encima en la capital). Todo indica que en las próximas horas, especialmente durante el primero de mayo, van a darse fuertes manifestaciones a favor y en contra del golpe. Mientras tanto, la Fuerza Armada de Venezuela va a querer aislar ese levantamiento hasta aplacarlo. Si bien Maduro va a hacer todo lo posible por evitar mucha violencia (pues él cree que esta engendra aún más violencia), esta vez no puede descartarse un significativo número de bajas.
Mientras tanto, la derecha venezolana va a llamar a tomar las calles en todo el país para apuntalar el levantamiento, mientras que las izquierdas van a hacer lo mismo para combatirlo, en tanto que sectores socialistas puedan demandar que se cierre el parlamento, se aprisione a Guaidó y se expropien a las empresas que financian la asonada. No se descarta alguna forma de diálogo en la cual López y Guaidó quieran negociar en mejores condiciones.
Entramos en una situación muy difícil para Latinoamérica donde los dos principales vecinos de Venezuela están bajo presión de sus presidentes para intervenir allí (aunque en Brasil la vicepresidencia y el ejército se resiste a tal aventura). Y todo esto en el contexto de que las dos potencias nucleares rivales a EEUU (que son Rusia y China) tienen soldados y armamentos en Venezuela.
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