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Una casita en la aldea para mis años de vieja cerca de donde estoy...
Puede ser que con los años las arrugas suman los recuerdos, florecen en uno como solidarios con aquellos que la delicada poeta María Sanz, aborda en el regreso a casa el palpitar herido de la historia de amor, como el dolor heredero de ese tiempo que la introduce en la soledad de la meditación, donde la sentida descripción de esa estancia vivida.
Tengo mucho que hacer ahí fuera, en el frío exterior, ¿será una bendición o una locura de casa de locos ciertas cosas que suceden a los hombres?… Corazón latiendo y congelado a su pesar… tengo mucho por hacer, pero, ¿pa´qué?, ¿para quién?…
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