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​María Sanz, 'De vuelta a casa'

Reseña literaria
Francisco Vélez Nieto
lunes, 5 de diciembre de 2022, 11:59 h (CET)

Puede ser que con los años las arrugas suman los recuerdos, florecen en uno como solidarios con aquellos que la delicada poeta María Sanz, aborda en el regreso a casa el palpitar herido de la historia de amor, como el dolor heredero de ese tiempo que la introduce en la soledad de la meditación, donde la sentida descripción de esa estancia vivida.


“Aquella antigua imagen del granizo

golpeando el cristal a tu partida

sigue dándole nombre a un verano sin fondo,

a El momento en que todo se aclara ya no existe”.


Y la soledad, patrimonio de todos los sueños, recuerdos sostenidos por el presente de la memoria, descritos con verso admirable cargado de sentimientos, igual a cartas de la baraja de una partida con sotas marcadas por la protagonista de tan rico y tierno poemario se va desarrollando dentro de un palpitar de secuencias, crean y animan a la tierna lectura del desencanto refugiado en la soledad de ese tiempo vivido.


La autora elige un campo de esperanzas y ensueños desde su rico caudal de magisterio lírico, que logra atrapar al buen lector de poesía en un mundo desnudo, poblado de inquietudes amorosas, del que difícilmente puede, él lector, escapar del magistral registro de los interiores del dolor y las pasiones.


“Un río de atalayas visita Bordecorex,

viajero silencioso, lenta huella

que alarga su frescor hasta los palomares,

fiel historia de piedras engastadas”.


Los andenes de la vida, en la contemplativa pasividad del pueblo. Airean los adioses con pañuelos impregnados de sensaciones a modo de lágrimas imposibles de secar, porque ha dejado esas huellas imborrables del amor, todo el largo recorrido de unas esperanzas que por sí misma tentadas de lo que sería incumplido.


“Todo terminaría por parecerse a algo

que nunca imaginaste, a lo desconocido

de un horizonte oscuro plagado de miradas,

como si la esperanza se hubiera sublevado”.


Presenta pasiones entre la posible realidad y la verdadera vivencia del sueño. Y los sueños de verdades visibles, secuencias de lo deseado, que puede convertirse en la realidad y el deseo de la constate en el camino andado, que nos lleva al refugio de la soledad, de la vivencia dentro de un humano, cuando empoderado, nos obliga a soñar dispuesto y enfrentarnos a esta otra intimidad de la realidad, siempre hospitalaria con la derrota del vencido y su equipaje y andadura, el consuelo de todo lo desea ahora sola ante el peligro tras la derrota.


“Una vez más te salvas de esta vida,

de sus mares vacíos y sedientos,

mirando tu gozosa cicatriz

como quien bate alas, sin más rumbo.

Esta vida que aún vive contigo,

mermada por la muerte, pero tuya.

Cuántas veces escribes para nacer de nuevo,

hasta el punto de dar con los raros orígenes

que dejaron en ti aromas de palabras

como abrazo de rosas y veladas espinas”.


No existen cicatrices que puedan secar las heridas, dejar solo las huellas de un tiempo pasado que pudo ser mejor Mas solo quedo en el amor que debió ser felicidad. Prendada en lo que pudo ser lo esperado y deseado. Pero la poesía nunca puede ser eliminada. Es la madre de la filosofía. ¿Qué sería la humanidad sin ella? Esta es la intensa sin desmesura, todo medido el rico poemario que nos ofrece esta vuelta a casa de Ana Sanz Bienvenida, bien llegada con su hermosa lirica del palpitar de versos rebosantes de fragancia.

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