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El asunto de la paz no se está tomando en serio, lo cual es una grave imprudencia. Lo necesario es un barrido total sobre el tablero de ajedrez y abandonar posiciones enquistadas. Esto ya se debió hacer en 1914, 1939 (1) y 1991, pero los secuestradores del poder, sin ninguna carta de legitimidad, como siempre, lo impidieron. El mundo está ante una inevitable reconfiguración que sólo se puede resolver mediante negociación o choque.
Occidente ha de cambiar de héroes y repensar sus sistemas políticos. Después de doscientos años y pico, nunca la democracia liberal ha estado en una crisis semejante. Y lo peos es que sus voceros lo ocultan. “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás», decía Churchill, el León del Imperio. Y sus muñidores cambiaron “peor” por mejor y anularon el resto de la frase.
Ahora estamos ante una de ellas. Ya pasamos por la elección de estudios, el empleo, la boda, la creación de una familia, los reveses económicos, laborales y personales de todo tipo y, los que tenemos nuestros años, la jubilación y la pérdida de algunos seres queridos.
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