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Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Estados Unidos | Kamala Harris | Churchill | Europa | Paz
"Quien no estudia la raíz de las cosas se convierte en rebaño", José Martí

​Y Europa debajo y sin paz

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El asunto de la paz no se está tomando en serio, lo cual es una grave imprudencia. Lo necesario es un barrido total sobre el tablero de ajedrez y abandonar posiciones enquistadas. Esto ya se debió hacer en 1914, 1939 (1) y 1991, pero los secuestradores del poder, sin ninguna carta de legitimidad, como siempre, lo impidieron. El mundo está ante una inevitable reconfiguración que sólo se puede resolver mediante negociación o choque. Sin embargo, la respuesta está siendo la organización de unos fans histéricos que parecen estar ante una estrella de rock y no ante una encrucijada histórica en la que debieran participar cabalmente. Los BRICS ya pueden medirse con el G7. El año pasado, Rusia desplegó un Satán 2. ¿Sabemos qué significa, sobre todo para Europa? En plena fase de fricción no se le puede decir a la mayor potencia nuclear (5.580 ojivas nucleares frente a 5.044 de EE.UU., de un total de 12.121) que se la pretende descuartizar y convertir en cinco estados —cuando no 45; hay comités trabajando para esto—, sobre todo si ya ha sufrido la experiencia de perder el 25% de su territorio y casi la mitad de su población. Si algo indigna de esta Europa vaciada de criterios propios es comprobar que unos jefes ineptos (que pierden elección tras elección) se empeñan en seguir la ficción de que dirigen la batalla. La situación actual sobrepasa las boutades a las que nos tienen acostumbrados. De la crisis de 2008 no se han sacado consecuencias.


En este ambiente, pareciera que las elecciones norteamericanas son nuestras. Una cosa es que ellos pretendan dirigir el mundo y otra muy distinta que actuemos como si participáramos en ellas. Son dos enfoques muy distintos. No somos ni electores ni inspectores. EE.UU. es una nación soberana que no admite insultos de tal calibre. Sus rencillas electorales son suyas y de nadie más, tal como ocurre en el resto del mundo. ¿O no?


Las elecciones norteamericanas no son nuestras, evidentemente, pero hay gente que toma partido como si perteneciera a uno u otro bando. Un traductor de las películas de los Hermanos Marx se sorprendía de que hicieran gracia. Pero si lo que dicen, explicaba sorprendido, es ininteligible para nosotros. El suyo no es un humor universal, sino norteamericano, con asuntos propiamente domésticos. Respecto a gracias, hay que aclarar que en EE.UU. los electores eligen a unos compromisarios, no a su presidente. Y esos compromisarios pueden cambiar el mandato recibido. Hillary Clinton sacó más votos que Trump… y perdió.


La cuestión es que los demócratas de EE.UU. deben de tener más medios de comunicación en el mundo que los otros (duda especulativa: así es): ya hay un alto porcentaje de extranjeros entusiasmados con Kamala Harris, que, por cierto, ni ha presentado un programa electoral ni ha hecho declaraciones definitorias. Lo cual ya de por sí puede ser una definición: la de continuidad con la política de los cuatro expresidentes demócratas que la han apoyado: Joe Biden (casi), Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter (este mediante la presencia de su nieto), quienes, en una maniobra muy poco ortodoxa, la han nombrado heredera de su legado (palabreja “inspiradora”). De Carter hemos de rememorar sus palabras en 2018: que en 242 años de historia EE.UU. sólo había tenido 16 de paz. Cinco si se incluían golpes de estado. Por tanto, el entusiasmo debe ser por continuar así. Luego se llorará. Ya se ha olvidado la decepción que causó Obama. Parece que una América no intervencionista provoca sentimiento de orfandad, acostumbrados a las guerras en el periódico. Aunque no deben extrañarnos tales inconsecuencias: que haya carecido de importancia en nuestro país que en la toma de posesión de Illa no figurara la bandera española denota la orfandad de algo.


La convención quiere a Kamala


Sorprende que en momentos como los actuales, lo destacable de la convención haya sido una escenificación entre Hollywood y el Circo Barnum (“el mayor espectáculo del mundo”, ¿recuerdan?). Los contenidos han sido mínimos. Se ha hablado de que senadoras y congresistas vestían de blanco y Kamala de marrón para no perder electorado duro (¡); que la convención coincidió con el décimo aniversario de boda de la candidata; que no se sabía si Beyoncé y Taylor Swift acudirían (parece que no, y que nunca lo prometieron); que asistieron dos representantes del sindicato de electricistas (¿para averías imprevistas?); que The Chicks, antes conocidas como The Dixie Chicks, cantaron el himno de la nación; que se bailó Despacito y se cantó Born in the USA… Este párrafo es antológico: Las sobrinas (niñas) de Kamala Harris explicaron a los asistentes cómo se pronuncia el nombre de la candidata: "'Káma' como en coma", "la” como “lalalala". Todo el estadio se lanzó a corear el nombre: "Káma", gritaban las gradas de la derecha, "la", respondían las de la izquierda. La actriz Kerry Washington ha cerrado esta parte con un "¡Y Káma-La para presidenta!" Faltó Shirley Temple. Si no se nos saltan las lágrimas, es que no tenemos corazón.


Es decir, que independientemente de lo que se haga después, no se pudo decir que la masacre de Gaza se acabaría inmediatamente. Y que para evitar que el horror se repita (curiosamente, el contador se ha estropeado en 40 mil muertos), y después de decenas y decenas de años de ignominia, se establecerá, por fin, junto al israelí, un estado palestino. “¿Por qué?” “¡Porque podemos!” (¿recuerdan?: Yes, we can!). Lo más que ha podido decir Kamala es que "hace falta un acuerdo para liberar a los rehenes y para un alto el fuego ya". Los rehenes en primer lugar (entre ellos muchos militares). Al tiempo prometía que "siempre apoyaré el derecho de Israel a defenderse". (¿Se dudaba?). Por cierto, los delegados en favor de Palestina, que habían pedido que un árabe estadounidense hablara en la convención, han visto frustradas sus esperanzas. Ni eso.


Por cierto, el asunto de Gaza no parece ser objeto de discusión entre ambos partidos y candidatos.


Continuidad con Biden


Cuando Trump gobernaba, la prensa demócrata escribía: “América, vuelve a ser la de antes”. Literal. Siempre nos hemos preguntado cómo era ese antes. ¿El de los 242 años reseñados por Carter? ¿Molestó que Trump durante su mandato no tuviera guerras?


Y esa euforia extranjera por Kamala Harris, ¿en qué se basa? La convención no indica otra cosa que continuidad con la política de Biden y sus antecesores Obama y Clinton.


De Clinton se informa que liberalizó miles de millones de dólares que fluyeron a China para producir más barato y aumentar los beneficios empresariales norteamericanos. Ese país (China) además de recibir la tecnología que necesitaba, se convirtió en la fábrica del mundo, lo que desindustrializó a EE.UU., provocando millones de parados. Asimismo, contribuyó a la financiarización del mundo y a su globalización. La economía real por la especulativa. Él fue quien reformó la Ley Glass-Steagall, anulando la separación establecida (1933) entre bancos comerciales y de inversión. Un desastre para el ciudadano común, no para los banqueros. Respecto a Europa, tuvo la ocurrencia de acercar la OTAN al Este. Pero la realizada le pareció insuficiente. Había que incluir a Ucrania y Georgia. ¿Los aplaudidores oficiales han olvidado totalmente las causas de la crisis de los misiles en Cuba? ¿O es que Kennedy mentía y sus razones para desatarla eran falsas? ¿No era Cuba tan soberana como Ucrania? Los viejos zorros dijeron que malo, que el asunto, con el tiempo, desencadenaría consecuencias imprevisibles. Ellos sí jugaban al ajedrez. Las sobrinas de Kamala, no.


¿De Obama qué añoramos? ¿Los ocho años de guerras continuadas? Irak, Siria, Libia, Somalia, Yemen, Pakistán, Afganistán… ¿los tres millones de inmigrantes deportados, 10 mil muertos por la policía, bajadas salariales y subidas de precios, disminución de pensiones y bajadas salariales del 50% en la zona de Detroit, el aumento del endeudamiento?… Entre él y Clinton consiguieron lo que más temía Brzezinski (un demócrata halcón): la unión estratégica sino-rusa. El que mucho abarca, poco aprieta; y si aprieta ya con menos fuerzas, peor. Quizás la política de Nixon habría tenido más perspectiva. Pero ganaron los heraldos de la guerra disfrazados de moralidad y de majorettes.


De Biden, halcón entre los halcones, no se engañe nadie (estuvo en lo de Yugoslavia y Belgrado), recordaremos qué creó un mando de la OTAN en Kiev, qué desplegó misiles de largo alcance en Alemania. Su frase esencial fue: “es necesaria una escalada militar masiva”. Sí, pero muy lejos de EEUU. No olvidaremos que alimentó los arsenales de Ucrania y de Israel. Que incomunicó energéticamente a Alemania. Ay, Scholz. Lo importante no es saber si este hombre está bien, sino si están bien quienes le rodeaban, entre ellos Kamala Harris. Si Truman levantara la cabeza quedaría satisfecho. La América eterna.


Bush no acudió. Magnífico


El entusiasmo de algunos demócratas extranjeros no pierde ocasión para demostrar su despiste: uno de ellos dice que, por el contrario, George W. Bush, el único expresidente vivo del Partido Republicano, no acudió a la convención de Trump. Este es el problema que provoca ver la política desde un circo donde cantantes y atletas pesan más que los propios actores políticos.


Que Bush no acudió. Magnífico. Lo preocupante hubiera sido lo contrario. Mientras los verdaderos diplomáticos movían negativamente la cabeza, él había caído en la trampa de Bin Laden. Lo del 11 de septiembre provocó en EEUU una reacción desproporcionada, por lo que desplegó el ejército por el mundo. Así, sin detalle: Irak, Afganistán, Magreb, guerra civil somalí, conflicto moro (Filipinas), guerra en el noroeste de Pakistán. Y un gasto inmenso. Irak y Afganistán fueron el desastre. Este punto fue de inflexión, ahí comenzó la curva de decadencia de EEUU. ¿Quién quiere su visita? La cuestión es que entre todos la liaron (demócratas y republicanos) y ahora se culpan para seguir haciendo lo mismo. Mientras tanto, según el Banco Mundial, China es ahora la mayor economía del mundo (medida en PIB PPA). Mientras en Estados Unidos el 11,5 por ciento de la población ya es pobre, en China lo es un 2 por ciento. Insistimos, habla el Banco Mundial. Carter también lo señaló en 2018: “China sin una guerra desde 1979”. Los EEUU “la nación más belicosa en la historia del mundo” (de nuevo Carter). La paz es rentable para la mayoría; la guerra para una minoría.


Del lado de Trump, ¿qué esperar? J.D. Vance, su hipotético vicepresidente, comentó el mes pasado al New York Times lo siguiente: “Creo que deberíamos hacer que sea lo más difícil posible para China tomar Taiwán en primer lugar…. No estamos haciendo eso porque estamos enviando todas las malditas armas a Ucrania y no a Taiwán”. Nuestro gozo en un pozo, no se trata de la maldita paz, sino donde no debe haberla. No obstante, lo de China es un proyecto, lo de Ucrania la realidad. Y no hay empalagosas campañas para él.


Europa pagana pero contenta


Decepcionados, podríamos mirar hacia Europa, pero ya lo dijo en su día Borrell: el fin de la guerra de Ucrania debe ser militar. Puro diplomático (no de carrera, es evidente) que por anticipado cierra las puertas a las negociaciones. Ahora justifica un posible ataque a Moscú. Está claro que no ha oído o no cree lo de que se sabe cómo comienzan las guerras, pero no como terminan. La letona Callas, dicen que peor. De entrada pertenece a un país donde cada año conmemoran a las SS.


El asunto a dirimir es si continuidad o un giro importante (no de 360º como quiere la ministra de exteriores alemana, verde, que debe ser un lince interpretando mapas de militares). La cuestión es que no sabemos qué quiere cada candidato, ni sabiéndolo nos fiamos de sus promesas. Esperemos que no le anticipen un Nobel de la Paz a Kamala. De momento es Biden bis.


Las consecuencias para Europa de seguir ciegamente la estrategia norteamericana son la disminución de la producción industrial, la deslocalización y la desindustrialización. Europa ha quedado, sin necesidad, endeudada, vacías sus armerías, con un enfrentamiento que no existía antes del Maidan, aislada de parte importante del mundo, gestionando aislarse más si se desengancha de China tal como le ha pedido Biden. En definitiva, pagando el triple o cuádruple por su combustible (motor de su industria), con una política que ha provocado el renacimiento de los ismos de derecha (desindustrialización igual a más paro), con una ley en EEUU que puede succionar la industria europea (muchas empresas españolas lo están estudiando). No exageramos, lo dice Cinco Días, no sospechosos de nada: “Así, empresas como Gestamp, Tubos Reunidos, Tubacex, CIE Automotive, Ingeteam, Walbox, Airtificial, Iberdrola o Repsol reconocen abiertamente su interés por participar en el plan Biden. En paralelo, algunas de las voces más representativas de la industria española advierten contra los efectos perniciosos que puede provocar la nueva regulación de EE UU”. La cuestión es que alguien tiene que pagar los tres mil millones de dólares diarios de deuda estadounidense. Y parece que los europeos, entusiastas, se han puesto a la cabeza en asumir el sacrificio necesario.


Así, por encima, como foto de carnet de los resultados de nuestros políticos europeos: Fabricación de chips: Los países europeos en 1990 controlaban el 44 por ciento de la producción. Hoy menos del 10 por ciento. Quiebra de empresas: aumentaron un 4,4% entre abril y junio (Eurostat). Grecia lideró el aumento de quiebras de empresas con una subida del 133%. En 2002 el 24% del transporte marítimo mundial era europeo (China el 8 por ciento). En la actualidad Europa representa el 5% y China el 50 por ciento. Endeudamiento: Banco de Italia informó que aumentó en 30.300 millones de euros respecto al mes anterior, situándose en 2,94 billones de euros.


Pero nosotros nos quedamos con esta parte de la canción de la Harris: “Entre la democracia y la tiranía, sé dónde estoy y dónde tiene que estar Estados Unidos”. “Hay que mostrar al resto del mundo quienes somos y lo que defendemos: libertad, oportunidad, compasión, dignidad, justicia y oportunidades sin límites", “Yes, she can”. Ya lo hemos visto con Guantánamo o Gaza. De entrada no es un secreto que su política migratoria es un completo fracaso.


En definitiva, lo que se quería para Alemania al finalizar la segunda guerra mundial va a servir para la Europa actual: Rusia (y su gas) junto a China, fuera; EEUU dentro, y Europa debajo, si no campo de batalla. ¿Vds. los votaron?


Anécdotas a recordar


Al terminar la primera guerra mundial, lord Ponsomby, miembro de la Cámara de los Lores, pidió oficialmente perdón al pueblo alemán por faltar repetidamente a la verdad en las campañas de propaganda de su gobierno, en las que se dijeron auténticas barbaridades sobre presuntos crímenes y atrocidades que jamás cometió el ejército alemán. Lo mismo hizo poco después el secretario de Estado norteamericano, Robert Lansing.


En 1939 (1) Churchill confirmo que si el gobierno estadounidense no hubiera llevado a su país a la guerra “habríamos logrado una paz rápida”. ¿Una vez más se va a caer en la trampa?


​Y Europa debajo y sin paz

"Quien no estudia la raíz de las cosas se convierte en rebaño", José Martí
Luis Méndez Viñolas
lunes, 26 de agosto de 2024, 11:21 h (CET)

El asunto de la paz no se está tomando en serio, lo cual es una grave imprudencia. Lo necesario es un barrido total sobre el tablero de ajedrez y abandonar posiciones enquistadas. Esto ya se debió hacer en 1914, 1939 (1) y 1991, pero los secuestradores del poder, sin ninguna carta de legitimidad, como siempre, lo impidieron. El mundo está ante una inevitable reconfiguración que sólo se puede resolver mediante negociación o choque. Sin embargo, la respuesta está siendo la organización de unos fans histéricos que parecen estar ante una estrella de rock y no ante una encrucijada histórica en la que debieran participar cabalmente. Los BRICS ya pueden medirse con el G7. El año pasado, Rusia desplegó un Satán 2. ¿Sabemos qué significa, sobre todo para Europa? En plena fase de fricción no se le puede decir a la mayor potencia nuclear (5.580 ojivas nucleares frente a 5.044 de EE.UU., de un total de 12.121) que se la pretende descuartizar y convertir en cinco estados —cuando no 45; hay comités trabajando para esto—, sobre todo si ya ha sufrido la experiencia de perder el 25% de su territorio y casi la mitad de su población. Si algo indigna de esta Europa vaciada de criterios propios es comprobar que unos jefes ineptos (que pierden elección tras elección) se empeñan en seguir la ficción de que dirigen la batalla. La situación actual sobrepasa las boutades a las que nos tienen acostumbrados. De la crisis de 2008 no se han sacado consecuencias.


En este ambiente, pareciera que las elecciones norteamericanas son nuestras. Una cosa es que ellos pretendan dirigir el mundo y otra muy distinta que actuemos como si participáramos en ellas. Son dos enfoques muy distintos. No somos ni electores ni inspectores. EE.UU. es una nación soberana que no admite insultos de tal calibre. Sus rencillas electorales son suyas y de nadie más, tal como ocurre en el resto del mundo. ¿O no?


Las elecciones norteamericanas no son nuestras, evidentemente, pero hay gente que toma partido como si perteneciera a uno u otro bando. Un traductor de las películas de los Hermanos Marx se sorprendía de que hicieran gracia. Pero si lo que dicen, explicaba sorprendido, es ininteligible para nosotros. El suyo no es un humor universal, sino norteamericano, con asuntos propiamente domésticos. Respecto a gracias, hay que aclarar que en EE.UU. los electores eligen a unos compromisarios, no a su presidente. Y esos compromisarios pueden cambiar el mandato recibido. Hillary Clinton sacó más votos que Trump… y perdió.


La cuestión es que los demócratas de EE.UU. deben de tener más medios de comunicación en el mundo que los otros (duda especulativa: así es): ya hay un alto porcentaje de extranjeros entusiasmados con Kamala Harris, que, por cierto, ni ha presentado un programa electoral ni ha hecho declaraciones definitorias. Lo cual ya de por sí puede ser una definición: la de continuidad con la política de los cuatro expresidentes demócratas que la han apoyado: Joe Biden (casi), Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter (este mediante la presencia de su nieto), quienes, en una maniobra muy poco ortodoxa, la han nombrado heredera de su legado (palabreja “inspiradora”). De Carter hemos de rememorar sus palabras en 2018: que en 242 años de historia EE.UU. sólo había tenido 16 de paz. Cinco si se incluían golpes de estado. Por tanto, el entusiasmo debe ser por continuar así. Luego se llorará. Ya se ha olvidado la decepción que causó Obama. Parece que una América no intervencionista provoca sentimiento de orfandad, acostumbrados a las guerras en el periódico. Aunque no deben extrañarnos tales inconsecuencias: que haya carecido de importancia en nuestro país que en la toma de posesión de Illa no figurara la bandera española denota la orfandad de algo.


La convención quiere a Kamala


Sorprende que en momentos como los actuales, lo destacable de la convención haya sido una escenificación entre Hollywood y el Circo Barnum (“el mayor espectáculo del mundo”, ¿recuerdan?). Los contenidos han sido mínimos. Se ha hablado de que senadoras y congresistas vestían de blanco y Kamala de marrón para no perder electorado duro (¡); que la convención coincidió con el décimo aniversario de boda de la candidata; que no se sabía si Beyoncé y Taylor Swift acudirían (parece que no, y que nunca lo prometieron); que asistieron dos representantes del sindicato de electricistas (¿para averías imprevistas?); que The Chicks, antes conocidas como The Dixie Chicks, cantaron el himno de la nación; que se bailó Despacito y se cantó Born in the USA… Este párrafo es antológico: Las sobrinas (niñas) de Kamala Harris explicaron a los asistentes cómo se pronuncia el nombre de la candidata: "'Káma' como en coma", "la” como “lalalala". Todo el estadio se lanzó a corear el nombre: "Káma", gritaban las gradas de la derecha, "la", respondían las de la izquierda. La actriz Kerry Washington ha cerrado esta parte con un "¡Y Káma-La para presidenta!" Faltó Shirley Temple. Si no se nos saltan las lágrimas, es que no tenemos corazón.


Es decir, que independientemente de lo que se haga después, no se pudo decir que la masacre de Gaza se acabaría inmediatamente. Y que para evitar que el horror se repita (curiosamente, el contador se ha estropeado en 40 mil muertos), y después de decenas y decenas de años de ignominia, se establecerá, por fin, junto al israelí, un estado palestino. “¿Por qué?” “¡Porque podemos!” (¿recuerdan?: Yes, we can!). Lo más que ha podido decir Kamala es que "hace falta un acuerdo para liberar a los rehenes y para un alto el fuego ya". Los rehenes en primer lugar (entre ellos muchos militares). Al tiempo prometía que "siempre apoyaré el derecho de Israel a defenderse". (¿Se dudaba?). Por cierto, los delegados en favor de Palestina, que habían pedido que un árabe estadounidense hablara en la convención, han visto frustradas sus esperanzas. Ni eso.


Por cierto, el asunto de Gaza no parece ser objeto de discusión entre ambos partidos y candidatos.


Continuidad con Biden


Cuando Trump gobernaba, la prensa demócrata escribía: “América, vuelve a ser la de antes”. Literal. Siempre nos hemos preguntado cómo era ese antes. ¿El de los 242 años reseñados por Carter? ¿Molestó que Trump durante su mandato no tuviera guerras?


Y esa euforia extranjera por Kamala Harris, ¿en qué se basa? La convención no indica otra cosa que continuidad con la política de Biden y sus antecesores Obama y Clinton.


De Clinton se informa que liberalizó miles de millones de dólares que fluyeron a China para producir más barato y aumentar los beneficios empresariales norteamericanos. Ese país (China) además de recibir la tecnología que necesitaba, se convirtió en la fábrica del mundo, lo que desindustrializó a EE.UU., provocando millones de parados. Asimismo, contribuyó a la financiarización del mundo y a su globalización. La economía real por la especulativa. Él fue quien reformó la Ley Glass-Steagall, anulando la separación establecida (1933) entre bancos comerciales y de inversión. Un desastre para el ciudadano común, no para los banqueros. Respecto a Europa, tuvo la ocurrencia de acercar la OTAN al Este. Pero la realizada le pareció insuficiente. Había que incluir a Ucrania y Georgia. ¿Los aplaudidores oficiales han olvidado totalmente las causas de la crisis de los misiles en Cuba? ¿O es que Kennedy mentía y sus razones para desatarla eran falsas? ¿No era Cuba tan soberana como Ucrania? Los viejos zorros dijeron que malo, que el asunto, con el tiempo, desencadenaría consecuencias imprevisibles. Ellos sí jugaban al ajedrez. Las sobrinas de Kamala, no.


¿De Obama qué añoramos? ¿Los ocho años de guerras continuadas? Irak, Siria, Libia, Somalia, Yemen, Pakistán, Afganistán… ¿los tres millones de inmigrantes deportados, 10 mil muertos por la policía, bajadas salariales y subidas de precios, disminución de pensiones y bajadas salariales del 50% en la zona de Detroit, el aumento del endeudamiento?… Entre él y Clinton consiguieron lo que más temía Brzezinski (un demócrata halcón): la unión estratégica sino-rusa. El que mucho abarca, poco aprieta; y si aprieta ya con menos fuerzas, peor. Quizás la política de Nixon habría tenido más perspectiva. Pero ganaron los heraldos de la guerra disfrazados de moralidad y de majorettes.


De Biden, halcón entre los halcones, no se engañe nadie (estuvo en lo de Yugoslavia y Belgrado), recordaremos qué creó un mando de la OTAN en Kiev, qué desplegó misiles de largo alcance en Alemania. Su frase esencial fue: “es necesaria una escalada militar masiva”. Sí, pero muy lejos de EEUU. No olvidaremos que alimentó los arsenales de Ucrania y de Israel. Que incomunicó energéticamente a Alemania. Ay, Scholz. Lo importante no es saber si este hombre está bien, sino si están bien quienes le rodeaban, entre ellos Kamala Harris. Si Truman levantara la cabeza quedaría satisfecho. La América eterna.


Bush no acudió. Magnífico


El entusiasmo de algunos demócratas extranjeros no pierde ocasión para demostrar su despiste: uno de ellos dice que, por el contrario, George W. Bush, el único expresidente vivo del Partido Republicano, no acudió a la convención de Trump. Este es el problema que provoca ver la política desde un circo donde cantantes y atletas pesan más que los propios actores políticos.


Que Bush no acudió. Magnífico. Lo preocupante hubiera sido lo contrario. Mientras los verdaderos diplomáticos movían negativamente la cabeza, él había caído en la trampa de Bin Laden. Lo del 11 de septiembre provocó en EEUU una reacción desproporcionada, por lo que desplegó el ejército por el mundo. Así, sin detalle: Irak, Afganistán, Magreb, guerra civil somalí, conflicto moro (Filipinas), guerra en el noroeste de Pakistán. Y un gasto inmenso. Irak y Afganistán fueron el desastre. Este punto fue de inflexión, ahí comenzó la curva de decadencia de EEUU. ¿Quién quiere su visita? La cuestión es que entre todos la liaron (demócratas y republicanos) y ahora se culpan para seguir haciendo lo mismo. Mientras tanto, según el Banco Mundial, China es ahora la mayor economía del mundo (medida en PIB PPA). Mientras en Estados Unidos el 11,5 por ciento de la población ya es pobre, en China lo es un 2 por ciento. Insistimos, habla el Banco Mundial. Carter también lo señaló en 2018: “China sin una guerra desde 1979”. Los EEUU “la nación más belicosa en la historia del mundo” (de nuevo Carter). La paz es rentable para la mayoría; la guerra para una minoría.


Del lado de Trump, ¿qué esperar? J.D. Vance, su hipotético vicepresidente, comentó el mes pasado al New York Times lo siguiente: “Creo que deberíamos hacer que sea lo más difícil posible para China tomar Taiwán en primer lugar…. No estamos haciendo eso porque estamos enviando todas las malditas armas a Ucrania y no a Taiwán”. Nuestro gozo en un pozo, no se trata de la maldita paz, sino donde no debe haberla. No obstante, lo de China es un proyecto, lo de Ucrania la realidad. Y no hay empalagosas campañas para él.


Europa pagana pero contenta


Decepcionados, podríamos mirar hacia Europa, pero ya lo dijo en su día Borrell: el fin de la guerra de Ucrania debe ser militar. Puro diplomático (no de carrera, es evidente) que por anticipado cierra las puertas a las negociaciones. Ahora justifica un posible ataque a Moscú. Está claro que no ha oído o no cree lo de que se sabe cómo comienzan las guerras, pero no como terminan. La letona Callas, dicen que peor. De entrada pertenece a un país donde cada año conmemoran a las SS.


El asunto a dirimir es si continuidad o un giro importante (no de 360º como quiere la ministra de exteriores alemana, verde, que debe ser un lince interpretando mapas de militares). La cuestión es que no sabemos qué quiere cada candidato, ni sabiéndolo nos fiamos de sus promesas. Esperemos que no le anticipen un Nobel de la Paz a Kamala. De momento es Biden bis.


Las consecuencias para Europa de seguir ciegamente la estrategia norteamericana son la disminución de la producción industrial, la deslocalización y la desindustrialización. Europa ha quedado, sin necesidad, endeudada, vacías sus armerías, con un enfrentamiento que no existía antes del Maidan, aislada de parte importante del mundo, gestionando aislarse más si se desengancha de China tal como le ha pedido Biden. En definitiva, pagando el triple o cuádruple por su combustible (motor de su industria), con una política que ha provocado el renacimiento de los ismos de derecha (desindustrialización igual a más paro), con una ley en EEUU que puede succionar la industria europea (muchas empresas españolas lo están estudiando). No exageramos, lo dice Cinco Días, no sospechosos de nada: “Así, empresas como Gestamp, Tubos Reunidos, Tubacex, CIE Automotive, Ingeteam, Walbox, Airtificial, Iberdrola o Repsol reconocen abiertamente su interés por participar en el plan Biden. En paralelo, algunas de las voces más representativas de la industria española advierten contra los efectos perniciosos que puede provocar la nueva regulación de EE UU”. La cuestión es que alguien tiene que pagar los tres mil millones de dólares diarios de deuda estadounidense. Y parece que los europeos, entusiastas, se han puesto a la cabeza en asumir el sacrificio necesario.


Así, por encima, como foto de carnet de los resultados de nuestros políticos europeos: Fabricación de chips: Los países europeos en 1990 controlaban el 44 por ciento de la producción. Hoy menos del 10 por ciento. Quiebra de empresas: aumentaron un 4,4% entre abril y junio (Eurostat). Grecia lideró el aumento de quiebras de empresas con una subida del 133%. En 2002 el 24% del transporte marítimo mundial era europeo (China el 8 por ciento). En la actualidad Europa representa el 5% y China el 50 por ciento. Endeudamiento: Banco de Italia informó que aumentó en 30.300 millones de euros respecto al mes anterior, situándose en 2,94 billones de euros.


Pero nosotros nos quedamos con esta parte de la canción de la Harris: “Entre la democracia y la tiranía, sé dónde estoy y dónde tiene que estar Estados Unidos”. “Hay que mostrar al resto del mundo quienes somos y lo que defendemos: libertad, oportunidad, compasión, dignidad, justicia y oportunidades sin límites", “Yes, she can”. Ya lo hemos visto con Guantánamo o Gaza. De entrada no es un secreto que su política migratoria es un completo fracaso.


En definitiva, lo que se quería para Alemania al finalizar la segunda guerra mundial va a servir para la Europa actual: Rusia (y su gas) junto a China, fuera; EEUU dentro, y Europa debajo, si no campo de batalla. ¿Vds. los votaron?


Anécdotas a recordar


Al terminar la primera guerra mundial, lord Ponsomby, miembro de la Cámara de los Lores, pidió oficialmente perdón al pueblo alemán por faltar repetidamente a la verdad en las campañas de propaganda de su gobierno, en las que se dijeron auténticas barbaridades sobre presuntos crímenes y atrocidades que jamás cometió el ejército alemán. Lo mismo hizo poco después el secretario de Estado norteamericano, Robert Lansing.


En 1939 (1) Churchill confirmo que si el gobierno estadounidense no hubiera llevado a su país a la guerra “habríamos logrado una paz rápida”. ¿Una vez más se va a caer en la trampa?


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