| ||||||||||||||||||||||
Frente a esta atmósfera de contiendas y tensiones, que están generando una escalada de crisis muy grande por todo el planeta, es de gran importancia activar el corazón, al menos para poder enmendarse uno hasta consigo mismo y poder entrar en relación. Ciertamente, el ruido ensordecedor de las controversias nos deja sin alma, totalmente desprotegidos entre sí, con un modelo de vida egoísta a más no poder.
Dijo Gandhi que no existen los planes de paz, sino que la misma paz es el plan, idea que evidentemente no concuerda con aquellos que encuentran en la guerra un gran negocio y se dedican a financiarlas para potenciar complejos militares-industriales, redirigir cuentas bancarias y reconstruir las ruinas que dejan a su paso los interminables conflictos que alimentan.
El año litúrgico termina y antes de iniciar la preparación a Navidad, un nuevo ciclo que inicia con el Adviento, en el cual se nos plantea pensar en el fin de los tiempos, lo cual ha sido objeto de temor, basta pensar en la canción Dies irae (el día de la ira). En realidad, es una invitación a la paz y a la confianza. San Cirilo de Jerusalén decía: "Viene el Señor nuestro Jesucristo desde el cielo; viene en gloria al fin de este mundo".
Con preocupación leo en las noticias internacionales, que una nación poderosa, en respuesta al fortalecimiento de sus armas defensivas ante la invasión de su territorio, puso en acción en el aire, sus poderosas naves estrategicas mas grandes Tupolev TU-160 llamadas "Cisnes Blancos", dimensionando la gravedad del conflicto.
El 29 de octubre se cumplió un año desde que se publicaron por primera vez los manifiestos ‘Hay que parar la guerra. Ni Terrorismo, Ni Genocidio’. Hoy, con casi 45 mil muertos ya en Palestina, casi 4 mil en el Líbano, 2 millones de desplazados y más del 70% de las infraestructuras arrasadas, la determinación de quienes firmamos el manifiesto es aún mayor. No vamos a parar hasta conseguir el Alto el Fuego.
La cultura del diálogo y la fraternidad entre los representantes de las diferentes religiones nunca será un hecho, es un desafío utópico, ya que las diferencias entre ellas son abismales. Las armas y la violencia son la vida de alguna que otra religión.
Las acciones violentas e ilegales que Israel ha venido realizando contra el pueblo palestino durante décadas alcanzaron un nivel nunca visto al dar respuesta al ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Desde entonces, se viene comportando, en palabras del Alto Comisionado de la Unión Europea, José Borrell, «como un grupo terrorista» y comete un genocidio continuado al que ninguna potencia occidental parece desear ponerle freno.
Nos necesitamos unos a otros, máxime en un tiempo de perturbaciones constantes y de demoledores desastres, en parte avivados por los persistentes combates que han destruido innumerables medios de vida, sumiendo al mundo en una verdadera selva de inhumanidades.
La sonrisa es un gesto que trasciende el simple movimiento de los labios. Es una expresión que, cuando surge del alma, ilumina y transforma. José Luis Martín Descalzo la describe como uno de los dones más preciosos, una luz radiante que algunas personas llevan consigo a lo largo de sus vidas.
El 27 de agosto de 1934, el subsecretario de Estado William Phillips, escribe desde Washington al representante diplomático de Estados Unidos en Paraguay, Meredith Nicholson. Le corrobora que el Gobierno paraguayo, tal como sabe Nicholson, ha aceptado oficialmente y por escrito, sin reservas, la fórmula de conciliación argentina. Le informa que los Gobiernos brasileño y norteamericano están tratando de persuadir a Bolivia para que adopte una acción similar.
El asunto de la paz no se está tomando en serio, lo cual es una grave imprudencia. Lo necesario es un barrido total sobre el tablero de ajedrez y abandonar posiciones enquistadas. Esto ya se debió hacer en 1914, 1939 (1) y 1991, pero los secuestradores del poder, sin ninguna carta de legitimidad, como siempre, lo impidieron. El mundo está ante una inevitable reconfiguración que sólo se puede resolver mediante negociación o choque.
Hoy más que nunca se requieren gentes de paz, que aglutinen colectivos por la concordia, capaces de asegurar nuestro futuro común, rompiendo el ciclo de violencia y reconstruyendo ambientes armónicos. Será bueno, por ello, hacer frente a la desigualdad, la marginación y la exclusión, fortaleciendo las alianzas, con la disponibilidad de más recursos para la prevención y la consolidación de los acuerdos.
La Convención Nacional Demócrata que se realizó este año en la ciudad de Chicago ha sido un evento de cuatro días de duración destinado a propulsar la candidatura presidencial de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris. Muchos de los delegados presentes en la convención, provenientes de todo el espectro de la llamada “gran carpa” del Partido Demócrata, apoyan un alto el fuego en Gaza.
Si todos somos conscientes de que el futuro de la humanidad se construye con la paz y no con la guerra, comprometámonos a que se callen las armas y se concierten los diálogos, en lugar de acrecentar las tensiones y los conflictos. En efecto, los últimos datos de Naciones Unidas, nos dicen que más de 300 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria en 2024.
En mayor proporción de población o en menor, de distintas cuantificaciones y cualidades, podríamos decir, que al menos Europa es y será formada por siete grandes culturas. No hablamos de etnias sino de grandes conglomerados de culturas que estarán dentro del seno de Europa. En cualquier ciudad de las decenas de miles europeas existirán personas, en mayor cantidad o en menor de esas siete grandes culturas, al menos…
El mundo hierve, mientras sus moradores se mueven en la necedad del atropello mundano, lo que requiere hacer un alto en el camino, para poder repensar las diversas situaciones que padecemos. Encerrados en nuestros propios intereses mundanos, resulta ciertamente inhumano y deshumanizante la situación, tanto colectiva como individual; cuando en realidad lo armónico es lo único que nos embellece, al hacer de la propia existencia de cada uno, una asistencia para los demás.
Está visto que no evolucionamos mar adentro, continuamos sin abandonar el camino de la arrogancia y el oleaje comunitario no puede ser más violento, porque no hemos renunciado aún al estilo agresivo en el que nos movemos, en vez de adoptar una dócil corriente de entendimiento entre análogos.
No parece que esté en el ánimo de Israel ni en el de sus sostenedores permitir razonablemente la creación de un estado palestino. Los acuerdos están para incumplirlos y el tiempo para olvidarlos. Además, ¿con quién acordaron nada los ingleses? Ellos, en sus protectorados, hacen lo que les place, que en su bonhomía siempre es lo mejor. Los palestinos sólo poseen sus propiedades. ¿Acaso constituye esto un vínculo que arraigue al suelo?
En un mundo marcado por tensiones políticas, guerras y desigualdades, la paz se presenta como una necesidad urgente. A pesar de los avances en tecnología y comunicación, seguimos enfrentando desafíos que amenazan la estabilidad global. Las Naciones Unidas, se crearon con el objetivo de “salvar a las generaciones futuras del azote de la guerra”, sin embargo, la paz sigue siendo esquiva, es la pieza que falta en nuestro rompecabezas mundial.
Durante Semana Santa, la tierra donde nació Jesús pasa por su mayor guerra moderna. Parecería imposible encontrar una solución a este conflicto que ha producido en pocos meses más niños muertos que en la suma de todas las guerras en todo el resto del planeta en esta década. Sin embargo, Irlanda del Norte podría ser un posible ejemplo para encontrar en Tierra Santa una forma de convivencia y de compartir el poder.
|