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Desde la era de Ronald Reagan hasta la presidencia de Donald Trump, la psicología colectiva en Estados Unidos ha experimentado cambios significativos. A medida que el uso de antidepresivos ha aumentado un 400 % desde 1994, es evidente que la infelicidad y la ansiedad se han convertido en problemas crecientes en la sociedad estadounidense.
El debate en torno al «desencanto» de la ciudadanía acompaña a la política desde hace muchos años. En Alemania se manifestó con fuerza al final de los 80, antes del comienzo de las decepciones de la reunificación. En la actualidad, el desencanto se manifiesta sobre todo por cosas como la entrada en el poder de partidos o coaliciones del ala más a la izquierda, el odio permanente en las redes sociales, y la polarización.
Dentro de poco llegarán los meses de calor y sol, donde millones de parejas y amigos se irán de vacaciones a lugares que no conocían o repetirán en aquellos que más les han gustado. Otros, con menos suerte o menos dinero, se irán a los pueblos o casas en la sierra, la playa o similares. Y es que, en todos ellos, existe un denominador común que es el de la convivencia durante esas épocas en las que, se supone, que uno sale para desconectar y olvidarse de todo.
Hace años la figura de un Ministro, de un Director General, de un Diputado, de un Senador, de un señor Asesor de Presidencia.... era imagen de Madurez, Templanza, Inteligencia, Preparación, Experiencia... De la figura del Presidente no hace falta decir nada... Imagen de Ecuanimidad, de Hombre de Estado, de Objetividad y, sobre todo, imagen de servidor... Hoy, el Consejo de Ministros es lo más parecido a una jaula de grillos o de gallos enfrentados, “debidos” a sus apostantes.
En vez de pedir la renuncia del primer presidente electo de la izquierda peruana o de que se adelanten elecciones, se debe demandar que él cumpla con sus promesas electorales y que se matarielice una nueva constituyente para reorganizar al país y discutir y resolver los problemas esenciales de los peruanos.
Si no queremos entendernos, lo tenemos la mar de fácil; a nuestro favor acuden cuantas facilidades hubiéramos soñado. Sobre todo si las intenciones no se ciñen al sentido de las palabras, anotamos lo percibido sin atender a las razones del emisor o funcionamos sin ningún tipo de interés por aquello que nos circunda. Hablamos de autenticidad sin la precisión requerida.
En esta época que sufrimos bajo la amenaza pandémica de la enfermedad del coronavirus y sus terribles y luctuosas consecuencias, las necias declaraciones vertidas desde atriles institucionales de carácter nacional e internacional, me retrotraen a una de las obras cervantinas a las que el autor español encuadró y denominó como Novelas ejemplares.
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