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Hablar de discapacidad no es solo mencionar una condición médica o física, sino exponer una realidad que la sociedad sigue sin querer ver. En un mundo donde la inclusión es más discurso que acción, millones de personas con discapacidad enfrentan obstáculos diarios que no provienen de su condición, sino de la falta de voluntad colectiva para garantizarles una vida digna.
Jamás llegaré a ser un chovinista ni exaltaré las cualidades y virtudes de España, sin que las tenga, por encima de las de otros países. Todos los pueblos, mejor aún, todos los seres humanos a lo largo de sus vidas han llevado a cabo gestas y trabajos dignos de ser tomados en consideración y emulados por otros humanos.
Estamos acostumbrados a que el socialcomunismo ponga el foco en horteradas que distraigan de los muchos y graves problemas de España; unos problemas que son culpa exclusiva de la nefasta gestión del Ejecutivo. Recuerden algunas de las bufonadas del mentiroso, Pedro Sánchez: la estupidez de eliminar la corbata; la cuestión inútil de los escaparates; la memez de la espada de Bolívar; la mentira de las ayudas al campo y a los afectados por incendios, por citar algunos.
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