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En la soleada mañana de invierno, sus majestades los Reyes Magos de Oriente adelantaron su viaje para saludar y entregar sus regalos a más de 1.000 niños de familias vulnerables de más de 50 nacionalidades diferentes, en la conocida Plaza de San Amaro en Madrid.
Ya el año pasado realicé un artículo de opinión denunciando públicamente que en una infiltración en la cabalgata de Picassent puede documentar equinos y bovinos estresados, llenos de cuerdas y siendo forzados de manera antinatural a hacer lo que el egoísta humano quiera, pues el negocio y la codicia parece estar por encima de la protección y derechos de los que deberían gozar todos los animales.
El día de los Reyes celebramos la luz que brilla para todos, las tinieblas que cubren la tierra dejan paso a una aurora. Se habla en la Epifanía o fiesta de los Reyes que desde Tarsis (Tartessos, Andalucía) vendrán a esa Luz del mundo ofreciendo oro y otros dones. Esos magos que siguen la estrella pierden la luz en algún momento, pues hay crisis en todo camino, pero luego se alegran cuando reaparece con su fulgor.
El síndrome de Diógenes es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación en él de desperdicios y basura. Una afección más suave parece ser el complejo-comportamiento de urraca, una tendencia a acumular objetos de cualquier condición, sean necesarios o no.
Los cristianos consideramos la Epifanía como la fiesta por antonomasia de los niños; esos locos bajitos que son una esperanza para nuestro futuro incierto. Ellos han vivido estos tiempos difíciles con una actitud ejemplar y no han necesitado de nada más que el cariño y la atención de sus padres.
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