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“Dos de los capítulos más chuscos y burlescos de este gobierno: el caos cósmico que ha organizado con las vacunas la recién estrenada Ministra de Sanidad Carolina Darias, logrando superar el desbarajuste de las mascarillas su antecesor Illa y la campaña electoral de Madrid…”
“La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”. Fue el motivo que usó el romano Cayo Julio César para divorciarse de Pompeya, sin entrar en detalles sobre culpas o inocencias. Dos milenios después, Concepción Arenal, gallega, evitó el detalle con dos sentencias: “Cuando la culpa es de todos, no es de nadie”, “Odia al delito y compadece al delincuente”.
Siempre dije que Fernando Grande-Marlaska no tenía la mirada limpia. Nunca le consideré apto para ocupar el puesto que ocupaba como juez en Bilbao. Se quejaban de él sus compañeros, los sindicatos policiales, la “ertzaina” y hasta el apuntador. Era un claro contraste con el coronel Pérez de los Cobos, quien estaba en primera línea de combate contra la banda asesina ETA. No por casualidad el coronel era el hombre de confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba en temas de terrorismo. Puedo dar fe y argumentos de que esa confianza mutua no se debía a la mera coincidencia en el primer apellido.
Realmente desconocemos a qué términos de vileza y abyección puede descender Pedro Sánchez y el Gobierno que preside, pues su actuación no puede ser más despreciable y vil.
Se nos fue y no seremos nosotros quienes lamentemos su marcha del Gobierno. El señor Iglesias ha querido poner en marchar una jugada política que, seguramente, en su fuero interno había considerado maestra, genial y rotundamente efectiva. Lo que le ocurre, de momento líder de Unidas Podemos, es que no es ni tan inteligente, ni tan listo, ni tan maquiavélico ni, por supuesto, tan instruido como seguramente se considera él a sí mismo.
Ni que, a Marlasca, se lo pidiera el cuerpo o a Arrimadas el afán de hacerse la simpática, para conseguir votos de los gays y lesbianas; justificaron su asistencia a un acto donde no se los había llamado.
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