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Con carácter exclusivo, el materialismo y la enemistad tienen intereses egoístas, que nos repelen y nos impiden fraternizarnos. El odio sí que tiene patria vengativa; no obstante, el amor verdadero, todo lo universaliza con el lenguaje de la voluntad. A los moradores de este planeta, precisamente, lo que nos falta es ese reencuentro con nosotros mismos, para descubrir los valores comunes compartidos por toda la humanidad.
Latido a latido es como se progresa, abrazados a la existencia y sembrando poemas, no penas, que todo despertar de cada día tiene su encanto, tampoco lo destrocemos. Cualquiera, en esta supervivencia diaria, requiere de nuestros pulsos en comunión y en comunidad.
Nos encontramos en un momento de dificultades graves, en parte porque cada día resulta más complicado discernir la verdad, distinguiéndola de los infundios; lo que dificulta abordar los desafíos globales apremiantes y lograr un progreso tangible. Podemos reunirnos todas las veces que queramos unos con otros, pero la confianza es esencial para dar cualquier paso, sin dejar a nadie atrás.
La verdad está ahí, jamás perece, como fruto del amor también sufre nuestro poco aprecio o la ración de indiferencia. Dejemos, pues, que se perpetúe el afectivo/efectivo amar. Es cierto que andamos perdidos en medio de una época de falsedades, produciendo tiempos turbulentos, sin apenas ilusiones para remodelar el futuro.
La ciudad de Jaén refleja una influyente cifra de la llegada de turistas tan solo de lo que va de este año. El Instituto Nacional de Estadísticas muestra que en enero del 2024, el turismo se incrementó con 8.466 visitantes, un 13% fueron extranjeros, mientras que el restante de porcentaje venían de toda España.
A todo lo que nos circunda, los humanos tenemos que darle un sentido profundo, si en verdad queremos restablecer la concordia en el planeta. Mirarse a sí mismo, para verse y poder oírse, puede ser un buen estímulo para comenzar a reconocerse con sentido de responsabilidad.
El mundo se ahoga en mil conflictos que han de cesar. Necesitamos un soplo de sosiego, una pausa en nuestro interior, para tomar otro rumbo en nuestra propia etapa viviente. Tenemos que recuperarnos, ya no solo de la pandemia COVID-19, sino también recobrar nuestro tiempo para reflexionar y hacer las paces entre nosotros. No hay mejor manera, para celebrar el camino recorrido, que confluir andares y tejer horizontes armónicos.
El hermanamiento entre mundos diversos es algo esencial, pues únicamente trabajando unidos es cómo podemos subsistir y avanzar. De ahí, que el respeto y la consideración hacia todo ser vivo, deba incluirse en todos los planes educativos.
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