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La verdad está ahí, jamás perece, como fruto del amor también sufre nuestro poco aprecio o la ración de indiferencia. Dejemos, pues, que se perpetúe el afectivo/efectivo amar. Es cierto que andamos perdidos en medio de una época de falsedades, produciendo tiempos turbulentos, sin apenas ilusiones para remodelar el futuro.
La ciudad de Jaén refleja una influyente cifra de la llegada de turistas tan solo de lo que va de este año. El Instituto Nacional de Estadísticas muestra que en enero del 2024, el turismo se incrementó con 8.466 visitantes, un 13% fueron extranjeros, mientras que el restante de porcentaje venían de toda España.
A todo lo que nos circunda, los humanos tenemos que darle un sentido profundo, si en verdad queremos restablecer la concordia en el planeta. Mirarse a sí mismo, para verse y poder oírse, puede ser un buen estímulo para comenzar a reconocerse con sentido de responsabilidad.
El mundo se ahoga en mil conflictos que han de cesar. Necesitamos un soplo de sosiego, una pausa en nuestro interior, para tomar otro rumbo en nuestra propia etapa viviente. Tenemos que recuperarnos, ya no solo de la pandemia COVID-19, sino también recobrar nuestro tiempo para reflexionar y hacer las paces entre nosotros. No hay mejor manera, para celebrar el camino recorrido, que confluir andares y tejer horizontes armónicos.
El hermanamiento entre mundos diversos es algo esencial, pues únicamente trabajando unidos es cómo podemos subsistir y avanzar. De ahí, que el respeto y la consideración hacia todo ser vivo, deba incluirse en todos los planes educativos.
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