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Dentro del socialismo a la española es todo un acontecimiento que un secretario de organización del partido renuncie a su cargo estando tan cerca el congreso federal. Ábalos es así: no ha dado explicaciones ni las va a dar, salvo esa sencilla aclaración sobre la falta de confianza. Es cierto que no ha salido a la luz ningún tipo de enfrentamiento entre Sánchez y Ábalos, pero se acumulan los problemas en el entorno de ambos.
Confieso que nunca me hubiera imaginado que José Luis Ábalos o Iván Redondo pudieran quedar fuera, aunque la verdadera sorpresa la recibí cuando supe que Carmen Calvo también sería despojada de su cargo. De los dos primeros no tengo nada que decir. Sin embargo, que Carmen Calvo no siga ocupando el puesto de tan alta responsabilidad como el que tenía no alcanzo a entenderlo.
Hace apenas unos días, Pedro Sánchez confesaba a Ferreras que no era su prioridad hacer una crisis de Gobierno. Fue escuchar lo que dijo y pensé que eso no tenía recorrido; es más, estaba convencido de que en unos días iba a hacer una remodelación. Conociendo al presidente, sabemos que miente casi siempre, de ahí que hayamos empezado a interpretar al revés cuanto afirma. Y, claro, bingo.
Entre la población estadounidense no ha sentado nada bien la estratagema pergeñada por el Gabinete del presidente Sánchez. La ciudadanía habla del “Gobierno más corrupto de la Unión Europea”, afín al comunismo bolivariano y socio del golpismo, el nacionalismo, el terrorismo y consentidor del independentismo.
El ‘Doctor’ Sánchez ya es un experimentado dañino de España en el exterior y para ello se ayuda de inexpertos comodines como la desnortada ministra, González Laya. Es un hecho que la imagen de nuestra diplomacia y el peso político de Sánchez están en el peor momento de la era democrática, incluso peor que cuando Zapatero acudía a las reuniones de la Unión Europea y, mientras todos negociaban, él sesteaba dando cabezazos en el sillón.
Hace unas semanas nos parecía que el Gobierno estaba moribundo y tenía los días contados. Hoy ya sólo veo ‘difuntos’ en el Gobierno. “No somos nada”, dice la tan manoseada expresión de duelo. La tentación no ha encontrado flaco al Gobierno porque llevaba mucho tiempo ocioso y fondón, remedando las palabras de San Francisco de Sales.
Sánchez no puede esperar más para hacer cambios en el Gobierno. Desde que se inició la pandemia, sobre todo, hemos presenciado barbaridades mil en los diferentes ministerios. Enumerar todas sería excesivamente prolijo y, en algunos casos, más propio del chiste y el meme que de la seriedad que se le supone a cualquier Gobierno digno.
He de confesar que cuando escribí el primer acto de La Parodia Nacional, mi propósito era concluir no más allá de un tercero en el que pondría punto y final a este género literario que solo pretende hacer una sátira o imitación burlesca de una persona, de un discurso o como es el caso, de todo lo que rodea a la vida política de nuestra querida y maltratada España.
El gurú que parecía intocable en Moncloa comprueba cómo se esfuma su poderío con los proyectos mal estructurados y peor planificados. Pretendía manejar los fondos europeos para recompensar a unos y castigar a otros, pero Bruselas ha dicho que hay muchas cuestiones que aclarar respecto al contenido y destino de los proyectos enviados, porque muchos de ellos no se adaptan a lo solicitado ni a las líneas maestras fijadas por la Comisión Europea.
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