Hace apenas unos días, Pedro Sánchez confesaba a Ferreras que no era su prioridad hacer una crisis de Gobierno. Fue escuchar lo que dijo y pensé que eso no tenía recorrido; es más, estaba convencido de que en unos días iba a hacer una remodelación. Conociendo al presidente, sabemos que miente casi siempre, de ahí que hayamos empezado a interpretar al revés cuanto afirma. Y, claro, bingo.
En ‘Hundidas Podemos’ le habían puesto la navaja al cuello, y no precisamente la de mentira que enviaron por correo a la ministra medinense, Reyes Maroto. Tanta ha sido la presión y la estratagema que Pedro ha sido incapaz de cesar y sustituir a la tropa de la extrema izquierda. Ni siquiera al gaznápiro comunista, Alberto Garzón, admirador de los Castro, pateador de chuletones y ‘metepatas’ integral.
Habrá continuismo con la extrema izquierda; es decir, más daño como hasta ahora, más violencia, más aventación del odio y más retroceso social. Ni siquiera la ‘Yoli’ se ha atrevido a cortar el jamón y agradecer los servicios prestados al de “más carne, menos salud”, tampoco a la que quiere volver a casa “sola y borracha”, y ni siquiera al siempre escaqueado Castell… Más extrema izquierda, peores servicios y más ridículo en Europa.
Ha sufrido tanto la ultraizquierda con las elecciones madrileñas que no estaba ahora para más tensiones internas. Confieso que, si la ‘Yoli’ no ha abierto el melón ahora, le va a costar hacerlo, conocedora de que ella, Belarra y la abandonada “marquesa” se las hubieran tenido tiesas. Nunca han trabajado, ahora tampoco, pero tienen sueldo y hasta pagas extras de Navidad y del 18 de julio (invierno y verano). Sin duda, cambios o ceses entre los ministros ultras de la siniestra hubieran supuesto nuevas negociaciones y el horno está tan caliente que Europa hubiera congelado, una vez más, la llegada de fondos.
Hay un dato inexplicable: Sánchez no ha reducido la tropa del Ejecutivo y sabe que debe hacerlo pronto, mucho antes de que convoque elecciones. Con ese batallón de impresentables ministros no puede acudir a una campaña electoral porque será crucificado dialécticamente y saeteado allí donde acuda. Ni el presidente ha sabido ser líder ni la ‘Yoli’ tiene el apoyo de su gente de la extrema izquierda. Ocho días llevaban Irene Montero y Alberto Garzón sin miccionar en condiciones ni comer caliente. Y dicen que la ‘Yoli’, tampoco.
Irene Montero se ha salido con la suya: seguir siendo ministra para que dejen de apuntar hacia ella diciendo que estaba ahí “por ser la barragana o colchonera de…” Garzón sabía el frío que hacía fuera de su inservible ministerio, donde sestear es la actividad principal por carencia de cometidos y objetivos. Cada cual defendía su parcela, por eso el presidente ha tenido que tirar de los suyos, casi los mismos que ya apuntábamos hace unos días: Ábalos, Carmen Calvo, González Laya, Manolo Rodríguez y Juan Carlos Campo. Iván Redondo acaba defenestrado tras el intento de traición a Pedro Sánchez y las jugarretas tramadas contra ‘Carbonerito’ Ábalos.
Adelanto en primicia que -- con el entrante, Óscar López-- para reemplazar a Iván Redondo, nos vamos a reír de lo lindo. En Pucela fue el ‘clown’ de las Cortes de Castilla y León demostrando un brutal desconocimiento de los temas, creando una desconfianza inusual y mintiendo. No paró de hurgar hasta que salió con destino a Madrid agarrándose al rabo de Rodríguez Zapatero y al cinto de Pérez Rubalcaba.
El nuevo jefe de Gabinete del mentiroso Sánchez, de ascendencia segoviana por parte materna, fue una mandanga completa como secretario de organización del PSOE. En 2008, como secretario general del PSOE en Castilla y León y candidato a las Cortes cosechó un soberano fracaso al carecer de equipos y de programa. Ha estado en Paradores Nacionales, puesto a dedo por Sánchez. Juzguen ustedes su gestión, yo lo haré otro día. Carece de mirada limpia. Por cierto, no dejen de estar al loro por si intenta quitarnos la cartera.
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