El gurú que parecía intocable en Moncloa comprueba cómo se esfuma su poderío con los proyectos mal estructurados y peor planificados. Pretendía manejar los fondos europeos para recompensar a unos y castigar a otros, pero Bruselas ha dicho que hay muchas cuestiones que aclarar respecto al contenido y destino de los proyectos enviados, porque muchos de ellos no se adaptan a lo solicitado ni a las líneas maestras fijadas por la Comisión Europea. Lo que ahora tiene en Moncloa el gurú, Iván Redondo, es un carajal indefinido. Veremos por dónde sale y cuándo se reciben los primeros fondos: con Marruecos esputando a Sánchez en las botas y en la cara, no se recibirán a corto plazo. Al tiempo.
Ni banqueros ni empresarios han acudido a escuchar a Sánchez en la presentación de sus etéreas aspiraciones para el 2050. Saben que están basados en la mentira, la falta de compromiso y la irracionalidad. El Gobierno carece de toda credibilidad. Las contradicciones cometidas con CaixaBank y Bankia hacen pensar que el Gobierno adolece de indefinición. Parece como si avanzaran a salto de mata y en zigzagueo, sin perspectiva, sin concreción de ideas y sin criterio. Los ataques a la reducción de empleo y al sueldo de los directivos pone de manifiesto que lo mismo le da al presidente decir digo que hablar con Diego. Hace tiempo que Sánchez no sabe distinguir entre “arre” y “so”.
Desconozco lo que pensarán hacer, Redondo y Sánchez, con los fondos europeos, si aún están en Moncloa cuando se reciban. Ni todo el monte es orégano ni oro cuanto reluce. Veremos la reacción del Gobierno ante la situación del paro cuando llegue septiembre de 2021 y no se prorroguen los ERTE. El fraude al que han sometido a los trabajadores desde enero es simple fuego de artificio. No es ético tener engañados a los trabajadores, y menos aún cuando la propia empresa notifica a la plantilla que no levantará las persianas porque el Gobierno ha arruinado a la empresa y destrozado los ahorros destinados a la inversión, la mejora, la calidad, el sostenimiento y la competitividad.
Miedo me da que el Gobierno pueda destinar el dinero de las ayudas europeas a proyectos mastodónticos carentes de eficiencia y sostenibilidad. Seguramente, amigo lector, se acordará usted de aquel irrisorio “Plan E” que tanta ilusión generó y tan poco duró. Gran parte de aquello se ha destruido con el tiempo porque se hizo sin necesidad y sin profesionalidad: lo mismo pudimos ver calles sin caída para el agua, que conducciones de gas taponadas, pavimentos agrietados y edificaciones abandonadas sin llegar a ser utilizadas. Fue la gran estupidez de Rodríguez Zapatero, muy en la línea de cuanto hizo. A los datos me remito y también a los tozudos hechos.
Pedro y todo su equipo negaron la asfixia a impuestos que le achacaba la oposición, pero pasadas las elecciones madrileñas han visto destapadas sus mentiras y engañifas. Mucho se ha gastado en inservibles chiringuitos falsamente sociales y que nada aportan. Ahora hay que recaudar para seguir comprando y pagando el voto cautivo; no obstante, en Europa no permitirá más barbaridades al Gobierno Sánchez. Es el sino del socialismo carente de firmeza y equilibrio: el socialismo se acaba tan pronto como se termina el dinero de los demás.
Redondo y Sánchez completan su particular carajal pretendiendo cambiar cromos y personas. Pensaba Iván Redondo que iba a colar a su amiguete, Salazar, para reemplazar a José Luis Ábalos. No sabe con quién se gasta los cuartos. Y como esos juegos chapuceros se conocen entre los altos cargos ministeriales, ahí tienen a los primeros espadas de Nadia Calviño saliendo con el rabo entre las piernas antes de que los echen de sus puestos: altos funcionarios huyendo de la quema política de corruptos y desaprensivos.
Véanlo como los cuchillos largos que se desenvainan en Moncloa en cada legislatura. Tan pronto como Sánchez compruebe que está solo y que Iván Redondo no tiene más conejos en la chistera, llegará el momento de la remodelación de ministros y del recorte de ministerios. Pedro Sánchez no puede llegar a las elecciones acompañado de Unidas Podemos ni con esa tropa de ministros.
Cada vez hay más gerifaltes abrasados. Tras dos años haciendo el ridículo, Sánchez debe intentar poner orden. Lo contrario será firmar su defunción política y su irreversible hazmerreír.
|