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«La gente quiere que aquí se liberalicen las leyes del aborto. La sociedad ha cambiado, incluso los políticos pueden verlo», afirma Kinga Jelinska, activista polaca por los derechos reproductivos. «En cuatro o cinco años, creo, las leyes del aborto aquí se liberalizarán, porque es lo que la gente apoya», anticipa.
Según últimas investigaciones, parece que es un bulo, una leyenda urbana como lo llamamos hoy, que los espartanos, cuando nacía un niño con algún defecto físico, o tara intelectual, se desprendían de él Arrojándolo desde el monte Taigeto a las frías aguas del río Eurotas, como dice Plutarco en sus Vidas Paralelas.
En el año 2010 el indescriptible e inefable Zapatero, sancionó y puso en práctica la ley sobre el aborto, también conocida como la ley de plazos que fue inmediatamente recurrida por el PP. Entendemos que esta actitud de rechazo hacia la mencionada ley correspondería al programa de dicho partido y al deseo, no solo de sus militantes, sino también al de sus votantes que no aceptan el asesinato de un no nato en el vientre de su madre.
No, no estamos en Marruecos, Rusia o Kenia u otros países, en los que la pena de muerte se practica en los casos determinados por sus leyes. Esta fue abolida oficialmente en España en 1985, salvo en casos de guerra que se establecen en el Código militar, como traición, rebelión militar, espionaje, sabotaje o crímenes de guerra.
En efecto, una de las lacras que estamos padeciendo, cada vez con mayor frecuencia, es el de lo que, genéricamente, se conocen como huelgas que, por raro que pueda parecer, es un término que sólo debería aplicarse en el caso de que, por motivos de discrepancia sobre los derechos de los trabajadores, especialmente en el caso de sus retribuciones, su rendimiento.
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