Según últimas investigaciones, parece que es un bulo, una leyenda urbana como lo llamamos hoy, que los espartanos, cuando nacía un niño con algún defecto físico, o tara intelectual, se desprendían de él Arrojándolo desde el monte Taigeto a las frías aguas del río Eurotas, como dice Plutarco en sus Vidas Paralelas. Posiblemente no llegase a ellas con vida, pues desde la altura de este monte, al caer, quizá no pudiese respirar bien y muriese por falta de oxígeno. Eventualmente quizá se dio algún caso que pudo servir de base a Plutarco para extender esa creencia, que nos parece bárbara, cruel e inhumana. Son hechos que, de ser ciertos, conspicuos historiadores opinan que no, ya que junto a tumbas de niños deformes se han encontrado biberones, y además parece ser que fue un infundio del mencionado Plutarco, los espartanos podrían ser señalados como los ciudadanos más crueles de la Humanidad, sin contar con los nazis, ni con lo que está sucediendo en la actualidad en nuestro mundo civilizado, en el que, como mínimo, desde nuestra Reina Isabel la Católica, empezaron a reconocerse los derechos de los humanos, al preocuparse por los derechos de los indios a los que consideraba tan ciudadanos de la Corona hispana como cualquiera nacido en una ciudad de la Península. Lo que sobre los espartanos es una patraña, es cierto, además de verificable, por los horrendos crímenes contrala Humanidad, llevados a cabo por los nazis, con su operación eutanasia, que podemos considerar una nimiedad si la comparamos con los exterminios en masa perpetrados por los comunistas. No es momento de hablar de eso, pero sí de manifestar que, todos los crímenes cometidos por sádicos prepotentes tiranos también son una nadería con los que se están perpetrando con el exterminio del ser más inválido y desvalido de la raza humana, el nonato, el feto que aún está por nacer, al que se le niegan, después de su concepción todos los derechos a la vida. Según datos no exhaustivos, pues las estadísticas sobre ello no son totalmente fiables, ya que se silencian muchos de ellos, cada año en el mundo se cometen 56 millones de abortos. Casi diez veces más que el exterminio nazi durante los seis años aproximados que duró la 2ª guerra mundial, que nos parece una monstruosidad. Pero más aberrante e inconcebible es a la situación a la que hemos llegado. Existen multitud de leyes sobre la protección animal y se recogen en las constituciones de los países los derechos del nasciturus, pero se admite también el derecho al aborto, es decir, al crimen de infantes amparado por la ley. ¿Desde cuándo un asesinato es un derecho? Más indignante aún, según la ley de protección animal que impera en España, pues quien ocasiones la muerte de un animal puede incurrir en pena de prisión de 18 meses a dos años, pero quien ocasiones el asesinato de un feto, lo hará con pleno derecho, además de protección legal Puedo ir a prisión si mato una rata que haya entrado en mi casa, pero no si elimino al hijo que espero. Es cosa de que nos preguntemos ¿Cómo nos verán las futuras generaciones?, porque a este paso tendrá que llegar un momento en el que los humanos reflexionemos sobre la tremenda locura que se comete por exterminar a los hijos, y proteger a los animales. ¿Pasaremos a la historia como unos crueles asesinos de indefensas criaturas, pero como unos defensores a ultranza de ratas y cucarachas?
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