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Los teléfonos móviles, parte integrante de la vida en la sociedad moderna, se han convertido en una preocupación cada vez más común para padres y expertos en salud. Los emocionantes juegos de azar en línea están al alcance de la mano, lo que crea un preocupante riesgo de adicción al juego para los jóvenes vulnerables.
Los juegos de azar se han visto tradicionalmente asociados a los adultos y a las máquinas tragaperras, una imagen que, en la actualidad está cambiando por nuevos perfiles de jugadores y de hábitos de consumo. Y es que el paradigma se ha ido transformando en los últimos años, acentuado con la aparición del juego online, situando la edad de inicio en los 15 años y del juego presencial en los 14,6 años.
El perfil de mujer apostante se acerca al de alguien con pocos ingresos, con 40 años de edad o más y que busca ganancias seguras para mejorar su situación económica volviéndose adicta.
Como colaborador de Proyecto Hombres desde hace más de veinte años recibo la revista de la Asociación correspondiente al mes de diciembre pasado en el que se insertan varios artículos relativos a la adición al juego y los problemas tanto personales como familiares que causa la ludopatía. Aunque hay un Plan Nacional sobre Drogas no veo que las diversas cadenas de televisión le dediquen ninguna atención a este problema.
Es realmente sorprendente la gran oferta que existe en España respecto a las diferentes formas de apostar que pueden encontrarse: máquinas tragaperras en casi todos los rincones del país, casas de apuestas deportivas, casinos en línea y tradicionales y muchas ofertas más.
El juego responsable es un planteamiento teórico que funciona bien en la propaganda, pero que, en la realidad de cada día, no se suele cumplir. Echar las casas de apuestas de los barrios de Madrid como ha planteado una manifestación en la capital del país parece excesivo, porque la raíz del problema no es esa.
El pasado sábado comenzó la nueva temporada de la liga de fútbol española, y por delante 38 jornadas deportivas que concentrarán la atención de millones de personas, y no solo de aficionados. Este fenómeno social engancha por la asociación de fútbol-euforia-evasión-distracción que provoca ver un partido, pero al mismo tiempo por la expectación y emoción de conocer los resultados, incluso por encima del espectáculo en sí.
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