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Ya no es fácil saber (si es que alguna vez se supo públicamente) cuál era el proyecto inicial de la hoy UE. Las declaraciones y actos de sus representantes jamás han avanzado en paralelo y con claridad. ¿Un gran proyecto para el desarrollo y la coordinación económica de naciones soberanas? ¿Un proyecto político confederal? ¿Un proyecto federal? ¿Un proyecto bienintencionado? ¿Una trampa para encadenar un continente a otro?
“La dimisión de Mario Draghi como Primer Ministro italiano marca el fin de un gobierno bien surtido (una mezcla de ministros políticos y tecnócratas), que ha dirigido el país bastante bien durante la pandemia. Era importante que Draghi mantuviera su credibilidad ciñéndose a una agenda reformista (liberalización, I+D, estrategia energética) y que no se le percibiera como alguien que se dedica a negociar con otros partidos políticos.
La dimisión del primer ministro italiano, Mario Draghi, aumenta el riesgo de una crisis política interna en la tercera economía del continente que desemboque en nuevas elecciones. Además, llega en un momento especialmente difícil para Europa, que se enfrenta a la recesión y al aumento de los tipos de interés.
Lo que ocurrió el 18 de marzo pasado, en una rueda de prensa entre los presidentes de Italia, Grecia, Portugal y España, previa a una reunión del Consejo Europeo, puede tener las lecturas que se le quieran dar. Para los que no conozcan la anécdota, la explico a continuación: cuando nuestro cateto, plagiador y embustero presidente terminó su intervención, Mario Draghi, anfitrión y primer ministro italiano, le dio las gracias con esta frase: “Gracias Antonio”.
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