“La dimisión de Mario Draghi como Primer Ministro italiano marca el fin de un gobierno bien surtido (una mezcla de ministros políticos y tecnócratas), que ha dirigido el país bastante bien durante la pandemia.
Era importante que Draghi mantuviera su credibilidad ciñéndose a una agenda reformista (liberalización, I+D, estrategia energética) y que no se le percibiera como alguien que se dedica a negociar con otros partidos políticos. Esto es bueno para Italia, ya que el Sr. Draghi, con su credibilidad mantenida, sigue siendo un candidato plausible para ser primer ministro de nuevo en el futuro.
De cara al futuro, esperamos una campaña electoral en verano y, con suerte, una declaración de los principales partidos de que siguen comprometidos con la consecución de los objetivos del NGEU.
En un entorno de subida de tipos, con la perspectiva de un invierno (más) frío y una posible recesión, cualquiera que sea la coalición que gane las próximas elecciones, el margen de maniobra será limitado. Cualquier desviación importante de la agenda de Draghi será poco probable”.
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