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En la observación de la Naturaleza detectamos la sencillez entrelazada con la espontaneidad y la complejidad constitutiva sirve de base sustentadora. Tratamos con una adaptación genuina entre los recursos y la vitalidad de los diversos elementos. De resultados tan vistosos como ejemplares para nuestras maneras de ver las cosas.
No siempre son las cosas tan complicadas como pudieran parecer, suceden con toda naturalidad, aunque nos empeñemos con frecuencia en obstaculizar su fluidez. Es un fenómeno habitual, que con frecuencia pasa desapercibido. Nos encandilan las complejidades, aunque sean una acumulación de falsedades; llegamos a menospreciar la sencilla espontaneidad de ciertos conocimientos.
Cobra prestancia a diario ese combate imperecedero entre lo natural y lo artificial. Las fantásticas creaciones diseñadas por los humanos no consiguen desplazar el encanto natural de los restantes elementos mundanos. El primer aliento de un polluelo, el vuelo de la mariposa, la fascinación del horizonte marino...
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