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Detalles naturales

La sencillez vence con frecuencia a la complejidad
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 29 de septiembre de 2023, 10:35 h (CET)

No siempre son las cosas tan complicadas como pudieran parecer, suceden con toda naturalidad, aunque nos empeñemos con frecuencia en obstaculizar su fluidez. Es un fenómeno habitual, que con frecuencia pasa desapercibido. Nos encandilan las complejidades, aunque sean una acumulación de falsedades; llegamos a menospreciar la sencilla espontaneidad de ciertos conocimientos. Pese a todo, no logramos variar la realidad de ciertos mecanismos en las diferentes áreas de la actividad social. Queda por ver a donde nos conduce esa DESORIENTACIÓN, en todo caso y como mínimo, nos vemos abocados por nuestras propias actitudes, a un desequilibrio perceptivo, que nos falsea el conocimiento.


Son innumerables los detalles referentes a estos desfases, como podemos apreciar echando una simple mirada a los siguientes haikus:


Ved como crecen

Los lirios en el campo.

Eso, si llueve.


Es fácil eso de ponerse a decir frases elocuentes si no se pretende entrar a fondo en sus entretelas. Con esto de la sequía sufrida se enfadaron hasta los redactores bíblicos; se venía abajo su referencia a la vitalidad de los lirios. Quizá por eso solicitaron las tormentosas avalanchas posteriores. Ocurre con múltiples sugerencias y proyectos, los enunciados sobre posibles maravillas olvidan con frecuencia el carácter imprescindible de las condiciones previas.


La inexactitud

De las ciencias exactas.

Es fascinante


Hasta el mismísimo Einstein buscaba materias que no aparecían o tropezaba con ondas inesperadas de procedencias esquivas. Una cosa es medir trechos pequeños, pero muy diferente es tratar de prolongar las afirmaciones sin fundamento. Esa apertura de los horizontes nos sitúa en los planos aventurados de la existencia. Funcionamos en las distancias cortas tratando de adaptarnos a las relaciones inquietantes con las inmensidades que nos rodean.


El campo seco

Nos llena de congoja.

Gota sublime.


Que si la ciencia o las hormigas, los altibajos del tiempo nos atribulan; las previsiones apenas se aproximan a los trastornos climáticos. Los destrozos intempestivos se prodigan, como contraste ante las prolongadas sequías esquilmadoras de cultivos, con un cerco preocupante sobre el consumo de agua por parte de los humanos. Las reservas de agua se convierten en un bien preciado. No obstante, los despilfarros proliferan en una disociación de prácticas con respecto a declaraciones.


Nos acogotan

Ventiscas y discordias.

Arrebatos.


Los eventos naturales de carácter violento e incontrolable, son inquietantes. Con todo, prevalecen los empeños ciudadanos para engrandecer las discordias a tan altas cotas, que se convierten en las principales alteraciones del ambiente comunitario. Contra lo que pudiera parecer, no provienen de sesudas valoraciones discordantes; suelen brotar más bien de impulsos incontrolados cuyas repercusiones pretendemos desconocer, aunque participamos con entusiasmo.


Aturden hueras

Las aglomeraciones.

Crean desiertos.


En la realidad ambiental circundante solemos quejarnos del excesivo número de participantes, las actitudes son contagiosas y favorecen esas coincidencias agobiantes. La precipitación corre pareja con la escasa reflexión. Como consecuencia, esa acumulación de presencias de diverso calado, origina agrupaciones amorfas, en las cuales el individuo suele sorprenderse por la soledad real en la que se encuentra, desprovisto de apoyos entrañables.


Dilapidamos

Recursos sin reparo.

El río apesta.


Se ha convertido en una experiencia cotidiana a la vista de cualquiera que quiera verlo. Abundan las quejas por la incomodidad desprendida del estado de esos caudales, pero no se corresponden con las actitudes ciudadanas al respecto. En una especie de anonimato hipócrita pretendemos, pero no logramos, desvincularnos de las consecuencias desastrosas de las malas prácticas ambientales; la respuesta institucional también se queda corta.


Tiemblan las nubes

Entre rayos y truenos.

Reposa el nido.


Un magnífico ejemplo de la labor bien hecha, efectuada minuciosamente a pesar de las dificultades ambientales. Confluyen la satisfacción de las necesidades y la adaptación a los recursos disponibles. La calidez de la intimidad se mantiene a pesar de las turbulencias externas, pero no se trata de un impulso momentáneo, sino de una preparación esmerada en los tiempos previos. La vitalidad muestra sus cualidades frente a la agresividad natural.


El campo ofrece

Sugerencias vitales.

Flores y aromas.


A través de las plantas y de las flores, somos testigos a diario de ese ofrecimiento ejemplificador. Desde esos tallos poco expresivos, de manera desinteresada emergen las flores en un alarde de bellezas diversas y unos aromas inigualables. Un ejercicio rotundo para poner lo mejor de sí mismo en el bagaje común. No se abren cuentas por supuestas valoraciones, los calificativos habituales están fuera de lugar y las tramas desaparecen.


La sencillez es amiga de la naturalidad. La complejidad de los mecanismos subyacentes no exige la misma complicación para expresar sus efectos, ni mucho menos esas tramas enrevesadas para concretar los comportamientos adecuados. Las mejores OPCIONES apuntan a la franqueza de unas relaciones sin crear obstáculos innecesarios.


La cuestión no resuelta por el momento, asienta en la CAPACIDAD decisoria entre centrarnos en esa sencillez operativa o siempre seremos agentes de los términos equívocos y de las maquinaciones intempestivas.

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Me refiero a esas apreciaciones que nos deslizan hacia la experiencia sublime en los diferentes estratos de la presencia humana. Contienen el duende necesario para abstraernos de las naderías y hacernos fijar la atención con maestría, moviendo hilos indescriptibles. Funcionan con ese algo especial capaz de congregar en el mismo estrado fascinante a la emisión de un mensaje de calidad y la fina sensibilidad del receptor.

Basado en las microexpresiones faciales, sin que digas una sola palabra, está claro que la mirada lleva diferentes firmas emocionales. Las arrugas de expresión transmiten mucho más de lo que imaginas y la mayoría de las veces, quienes conviven contigo suelen decir que te conocen.

 
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