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Occidente se enfrenta en la actualidad a una de las más graves crisis de su historia. Tanto las instancias que detentan el poder, como una buena parte de su sociedad, se están dejando impregnar por un viejo modelo de la concepción del ser humano, y de su existencia sobre el planeta que habita. Un insólito patrón que perturba la propia concepción de sí mismo, e ignora deliberadamente su propia evolución antropológica y cultural en el transcurso de los tiempos.
En 1900, Joaquín Costa, uno de los grandes intelectuales españoles, en el contexto gubernamental de un proceso regenerador de la sociedad española, consideró que para lograr esa transformación de España, la misma habría de asentarse sobre dos pilares, sin los cuales el proyecto estaría condenado al fracaso: la escuela y la despensa.
El actual sistema dominante o establishment de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.
La estimulación constante que produce el sistema capitalista en la sociedad de la satisfacción sin límites, está causando saturación y saciedad en las personas. No son capaces de disfrutar todo lo que podrían, ya que existen otras necesidades y acciones que es preciso atender. Lo expresa de forma muy clara Baudrillard al escribir que «La satisfacción inmediata supera con creces la capacidad de disfrute de un ser humano normal».
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