El actual sistema dominante o establishment de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas. Así, el sociólogo y filósofo alemán Herbert Marcuse, en su libro “El hombre Unidimensional (1.964), explica que “la función básica de los medios es desarrollar seudonecesidades de bienes y servicios fabricados por las corporaciones gigantes, atando a los individuos al carro del consumo y la pasividad política”.
De ello sería paradigma la cruzada para implementar en los países europeos el pasaporte COVID que permite al individuo vacunado disponer de un código QR que le facilitará el acceso a la vida laboral, cultural y social pero que llevaría implícito la obligación de vacunarse y violaría la sacrosanta libertad individual reconocida por la Constitución. Así, la propaganda del establishment va dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta (la vacuna es la salvación frente a la pandemia).
Sin embargo, la irrupción de las pandemia sanitaria y la posterior recesión económica que se avecina implementará el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental, derivando posteriormente en un shock traumático al constatarse las limitaciones de unas vacunas no esterilizantes que no evitan el contagio.
En consecuencia, los ciudadanos occidentales se verán inmersos en la vacunación vitalicia al tiempo que estarán controlados por el pasaporte COVID para lograr una sociedad plegada a los dictados de los monopolios farmacéuticos de Pfizer y Moderna, quedando los sectores refractarios a los dictados sanitarios marginados de los circuitos habituales del trabajo, la cultura y el ocio.
Sin embargo, gracias a la interactividad que proporcionan las redes sociales de Internet (el llamado Sexto Poder que enlaza y ayuda a la formación de las identidades modernas), se estaría rompiendo el endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico de las sociedades occidentales (Hombre unidimensional) y estaría ya surgiendo un nuevo individuo.
El nuevo Individuo Multidimensional está reafirmado en una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en desuso pero presentes en nuestro código atávico como la defensa de la sacrosanta libertad individual, la solidaridad y la indignación colectiva ante la dictadura de las multinacionales farmacéuticas y estará dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por el sistema dominante (Dictadura sanitaria). Asimismo, dicho Individuo estaría provocando un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores bajo el lema “prohibido prohibir” y aunado con las revueltas sociales para protestar por la carestía de la vida, podría instaurar un caos constructivo que termine por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica y que podría desembocar en un nuevo Mayo del 68.
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