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El final de las vacaciones puede ser un momento de ambivalencia. Por un lado, existe la nostalgia de los días libres, de la desconexión y la libertad de horarios; por otro, volver a la rutina diaria puede traer consigo una sensación de pesadez o incluso ansiedad. Sin embargo, la vuelta a la rutina no tiene por qué ser negativa. Con una planificación adecuada y una mentalidad positiva, este momento puede convertirse en una oportunidad para mejorar nuestra calidad de vida.
Los sentimientos que vayamos experimentando fluctuarán según vayan pasando los años, porque es imposible aprobar a la primera, aunque habrá casos, pero no es lo común. Empezaremos con muchas ganas, puesto que al principio no existe desgaste y sí muchas ganas de aprender y avanzar temario, pero, según vaya pasando el tiempo, el agobio y el miedo al fracaso aparecerán.
Llevo más de veinte años intentando transmitir “buenas noticias”. Normalmente mis lectores las reciben con agrado. Algunos acostumbran a manifestar sus impresiones al leerlas cada domingo. Otros me consideran un meapilas y un ser utópico poco digno de tener en cuenta. Hubo un tiempo en el que un buen amigo decidió redactar una mala noticia semanalmente como contrapartida. Pronto se cansó.
Desde luego, no hay nada más injusto que barnizar realidades, para privilegiar a ese mundo que nada en la abundancia, sin preocuparse por los más débiles. Al fin y al cabo, el poderoso don dinero todo lo contamina y desvirtúa. No es fácil, actuando en la falsedad, estar en paz consigo mismo.
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