Desde hace algunos años, encontrar trabajo en la empresa privada, está siendo bastante complejo y más aún cuando hablamos de un empleo de calidad y que aporte cierta estabilidad. Eso, unido a la existencia del periodo de prueba en el cual como el propio nombre indica nos ponen “a prueba”, puede generar cierta angustia. Pero la realidad es que, a día de hoy, tener un trabajo es un tesoro y encontrarlo, una lotería.
Pueden pasar meses e incluso años, hasta que uno encuentra algo decente y eso en el caso de que suceda, puesto que la desesperación ante numerosas negativas y la existencia de trabajos precarios y temporales, hace que uno recurra a diversas soluciones tanto a corto, como a largo plazo. Y una de ellas es la de presentarse a unas oposiciones.
Surge esa primera idea de probar y presentarse al examen ya que en el caso de aprobarlo, el empleo será para toda la vida, pero en realidad, la cosa no es tan fácil. Unas oposiciones son algo más que eso, es una lucha diaria y sobre todo una carrera de fondo. Es invertir mucho tiempo y quitarlo de otros lugares o en su defecto, organizarse de otro modo para poder estudiar. Es ser consciente de que, a pesar de que el nivel que exijan pueda ser limitado, las personas que se presentarán o más bien los competidores contarán con estudios superiores. Es darse cuenta de que podemos fallar y que puede suceder que todo el esfuerzo que se va haciendo en el día a día caiga en saco roto porque siempre habrá personas mejores y peores que nosotros.
Los sentimientos que vayamos experimentando fluctuarán según vayan pasando los años porque imposible es aprobar a la primera, aunque habrá casos, pero no es lo común. Empezaremos con muchas ganas puesto que al principio no existe desgaste y sí, muchas ganas de aprender y avanzar temario pero según vaya pasando el tiempo, el agobio y el miedo al fracaso, aparecerán. Y no es algo malo, no lo es, sino que hay que aprender a adaptarse a esas sensaciones porque no podemos compararlo con estudiar una carrera o una Formación Profesional en los cuales existen plazas para todos ya que su sistema se basa en estudiar para obtener el título. Aquí tenemos que ser conscientes de que existen unas plazas limitadas y muchos quedarán fuera, entre los que probablemente esté uno mismo los primeros años o, incluso, puede suceder que nunca lo consigamos.
Vendrán días malos y de incertidumbre al no saber si el tiempo dedicado dará sus frutos en algún momento, pero no hay que obsesionarse porque prepararse unas oposiciones no puede ser nuestra única opción sino una solución más del abanico de posibilidades que tenemos en nuestra ruta de encontrar un empleo. Optamos por estudiar o por volver a hacerlo después de muchos años y nos sentimos, a veces, vagos o lentos para ello ya que la mente puede perder ese hábito que tenía cuando uno era más joven.
Tenemos que tener claras nuestras limitaciones, nuestro tiempo y nuestro nivel de compromiso con respecto al estudio. Hay que saber cuánto plazo nos damos para obtener los primeros resultados y también pensar hasta cuándo vamos a seguir intentándolo en el caso de no alcanzar la meta. Hay que ser realista con la situación y es que si fuera tan fácil, todo el mundo optaría por prepararse unas oposiciones. Además, no hay que dejarse embaucar por esas academias que nos venden los exámenes públicos como realmente fáciles si se realiza la preparación con ellos donde los precios son desorbitados para el material y temarios que prestan porque al final, lo que importa son las horas de estudio y la capacidad de aprendizaje de cada uno. Pero lo cierto es que cada situación es diferente puesto que no es lo mismo una persona que está trabajando y opta por mejorar a otra que directamente ha perdido su estabilidad laboral y cuenta con más tiempo.
Pero de una forma u otra, lo cierto es que muchas veces, nos plantearemos aquello de si merece la pena o no, porque el tiempo de estudio no tiene por qué dar un resultado óptimo. Y cuando hablamos de esto, nos estamos refiriendo a que podemos aprobar esas oposiciones, pero no conseguir plaza. Eso a veces, duele más que no haber aprobado porque nos hemos quedado a nada, pero a pesar de eso, hay que seguir por ese camino siempre y cuando, creamos que tenemos alguna posibilidad ya que a través de diversos intentos y sobre todo de, repasar el temario una y otra vez a lo largo de las diversas convocatorias, podremos alcanzar algo aunque sea mejores puntuaciones que en años anteriores de habernos presentado y sobre todo, saber que si no lo logramos y decidimos renunciar, no pasará nada porque no hemos fracasado sino que lo hemos intentando pero como todo en la vida, incluso en la pareja o en los amigos, hay un tiempo de esfuerzo, que en caso de no avanzar, hay que renunciar. Y no por eso, seremos menos válidos que otros, sino que quizá no era nuestro momento o que esas oposiciones no estaban hechas para nosotros.
Y es que lo importante es plantearnos y obtener metas alcanzables, mientras seguimos viviendo en nuestra realidad no descartando otras cosas que puedan ir surgiendo a nuestro alrededor y manteniendo una actitud positiva ante las adversidades que puedan surgir durante el proceso.
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