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En estos tiempos siniestros que nos toca vivir, por los pactos indecentes, las traiciones y las perversas decisiones políticas que copan la actualidad, parece que estemos en el frontispicio de un desorden generalizado que nos puede acarrear la peor etapa política-económica de nuestra historia.
El palabro que acabo de “colocar” como título es una especie de monumento al disparate que me he permitido escribir por ser un anciano andaluz, por vivir en Córdoba y por estar disfrutando del inigualable mes de mayo. Supongo que muchos me criticarán por esta humorística licencia, pero creo que habrá alguien al quien le agrade que me tome a broma lo que es escandalosamente serio.
Las personas que actúan en consecuencia con sus ideas y son coherentes con sus principios o ideales, pueden estar equivocadas, pueden extralimitarse, pueden dañar la convivencia… pero nunca se les podrá imputar la traición a sus principios o a su ideología.
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