En estos tiempos siniestros que nos toca vivir, por los pactos indecentes, las traiciones y las perversas decisiones políticas que copan la actualidad, parece que estemos en el frontispicio de un desorden generalizado que nos puede acarrear la peor etapa política-económica de nuestra historia. Y lo peor, es que esa cotidianidad nos puede crear anticuerpos (como si nos hubiéramos vacunado contra la percepción de la realidad) que nos haga “bajar la guardia” ante los enormes atropellos que nos están haciendo Sánchez, el gobierno y quienes les apoyan. Su enumeración nos llevaría a escribir varios libros de terror, pero hoy quiero denunciarla última iniquidad: la aprobación de la inminente reforma del Código Penal para derogar el delito de sedición favoreciendo así a los catalanes condenadospor ese gravísimo delito, que tienen cogidoal Gobierno por las partes bajas.
Curioso el reportaje de ayer en Antena 3 en el que Sánchez, hace cuatro años, decía “Clarísimamente ha habido un delito de sedición en España”. Hoy, este traidor, ha puesto “boca abajo” todo lo que prometió solemnemente y eso lo sabemos muy bien los españoles. Pero la paternidad de las tropelías que apruebe el Congreso, además de Sánchez, su gobierno y de la gentuza que le apoya, lo es, en la misma medida, de cada uno de losrestantes119 diputados socialistas, sin cuyo concurso nose podría aprobar nada.
Y que no vengan los diputados socialistas de toda España a decir lo contrario. Usted, diputado socialista de Córdoba, de Almagro, de Segorbe, de Gerona, de Cedeira, de Burriana, de Badajoz, de Madrid, Huelva o cualquier otro lugar de España, que es quizás mi vecino, mi amigo o pariente, es tan responsable como Sánchez, porque vota con él. Y no podrá argüir en contra ningún razonamiento convincente. Porque al líder se le puede seguir, pero sin rebasar jamás los límites de la decencia, de la tolerancia y llegar a la traición, porque hacen causa común con él aunque sea injusto.
Insisto: ¡La traición tiene muchos padres!
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