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Feministas progres y anglicanismos, depredadores del idioma

La RAE se deberá enfrentar con este ninguneo procedente del feminismo
Miguel Massanet
viernes, 9 de febrero de 2018, 08:01 h (CET)

Si hay algo que resulte verdaderamente “cansino”, petulante, insoportable, fatuo y pedante es cuando, una persona, se atribuye unos méritos de los que carece, presume de unas facultades que no tiene o se atribuye unos conocimientos o influencias que está muy lejos de disponer. El caso de esta niña malcriada, ojito derecho del señor Pablo Iglesias, aficionada y fiel seguidora de su antecesora en disparatar, la famosa ministra de Igualdad durante la época de Zapatero, Bibiana Aído, que fue quien inauguró la moda de enmendarles la plana a los académicos de la lengua, con la pretensión de inventarse un lenguaje especial para las feministas, consistente en olvidarse de las palabras inclusivas cuando el masculino singular tiene el carácter de neutro, al considerarlo como un ataque “grave” a las mujeres pero ¡Oh prodigios de la lógica!, en el caso contrario, o sea en la forma del singular femenino, cuando adopta el mismo carácter resulta ser que, para estas mentes “lúcidas” de estas sicólogas innovadoras, no se considera un “ataque” a los derechos masculinos. Veamos, si se habla del femenino “humanidad” inclusivo de varones y hembras ¿cómo lo desdoblamos para referirnos a cada una de las partes de las que consta? En cambio cuando hablamos de “cambio” deberíamos complementarlo con “cambia” o cuando nos referimos a un pez, para estas ilustradas damas que preconizan la igualdad, deberíamos completar con “pezas”…


Si los norteamericanos se han caracterizado por hacer del inglés un idioma menos formal y más práctico, aunque para los tiesos ingleses eso les resulte desagradable para su insoportable altivez británica; estas feministas progre, lo que pretenden es crear un idioma castellano excesivamente repetitivo, investido de un barroquismo absurdo y una dificultad práctica insoportable, si se llegara a pensar en imponer semejantes fórmulas feministas en las novelas, los relatos, los ensayos o la poesía ( difícil de buscar la armonía poética en un cúmulo semejante de expresiones disparatadas) o en los libros para la enseñanza. Cuesta pensar que la señora Inés Montero, a pesar del autobombo que no duda en darse, se considere a la altura de los académicos de la lengua ( se equivoca cuando dice que está vedada al sexo femenino) en cuanto a conocimientos, preparación, méritos contraídos, experiencia y práctica, en los casos en los que se trata de incluir nuevos vocablos que, por la falta de otro que pueda suplirlos, por la difusión que han obtenido en el uso ciudadano, por sus connotaciones científicas o por otras muchas cualidades que pueda reunir un vocablo, se considera merecedor a formar parte del idioma castellano. Sus ideas políticas, su defensa de las mujeres ( o lo que ella, en su cortedad de razonamiento, pueda pensar que las favorece), su evidente fanatismo político, seguramente gracias a sus relaciones con el sistema comunista bolivariano que alimenta a su partido, Podemos, y su charlatanería de feria, seguramente la habrán llevado a pensar que, para buscar la igualdad de las mujeres con sus “masacradores” los hombres, se debe recurrir a procedimientos tan torpes, irrelevantes, incómodos (para hombres y para mujeres) e irracionales como los que propone la Montero. Sí señora, “portavoz” y portavoza”, se lo aceptamos “como animal de compañía”, pero no siga por este camino que no tiene otro resultado final que la completa desacreditación del castellano; un idioma que, gracias a las proezas de nuestros ancestros, hoy en día es hablado por más de 500 millones de personas y es una de las lenguas más utilizadas en el mundo.


Resulta curioso que tanta soberbia, tan poca humildad y tanta facilidad para la crítica a los demás juntamente con tan poca autocrítica, los haya conducido a una situación en la que, aunque siguen manteniendo una clientela entre los muchos españoles que siguen pensando que la única forma de que, en España, puedan encontrar un puesto en el que sin esforzarse, sin trabajar, sin preparase o estudiar se pueda conseguir una vida cómoda, de ocio, sin cansarse y a costa del Estado, que todo lo hace y dirige; simplemente, cargándose a los banqueros, eliminando a los empresarios, sojuzgando a las derechas, implantando la igualdad total y estableciendo una red de “delatores” que se chiven de todo aquel que no siga al pie de las letra las órdenes del Estado protector que, como siempre, acabaría bajo la bota del gran dictador como, por cierto, ahora mismo está sucediendo en aquella tierra a la que tanto respetan y de la que tanto han sacado, la Venezuela del señor Maduro. Se da la circunstancia de que han tocado techo en las encuestas y, mientras otros partidos han conseguido aumentar sus seguidores, los comunistas de Podemos, parece que ya no causan impresión; algo que se venía venir teniendo en cuenta que, sus programas económicos, son los mismos que han fracaso en todos los lugares del mundo donde se ha intentado implantarlos. Estos presuntos salvadores de la patria, profesores de ciencias políticas salidos de la universidad del señor Carrillo ( hijo), pueden saber de política, de fórmulas y técnicas de implantación del comunismo soviético pero, de lo que es evidente que no han pasado del grado preparatorio, es en cuestiones de economía y ya no hablemos de la gran economía, la que se lleva a cabo en el ámbito de las relaciones entre naciones y entre grupos de ellas, lo que se conoce como la globalización de la economía. No, ellos se limitan a criticar, a mentir a mansalva, a decir que España está en la ruina, cuando es obvio que está en una magnífica posición, y a proponer cambios y atribuir desgracias sin que haya nadie que las avale, salvo su cuadrilla de ignorantes, rencorosos, nostálgicos de la Guerra Civil y manipuladores espías del régimen de Maduro, que siguen intentando sacar adelante lo que, al parecer, no va a ser más que una más de las tormentas de verano que suelen azotar, de tanto en tanto, a esta nación; en la que parece que el enfrentarse unos con otros se ha convertido en el deporte nacional.


Es evidente que nuestra RAE se deberá enfrentar, y de hecho ya lo está haciendo, con este ninguneo procedente del feminismo, empeñado en demostrar que siguen siendo discriminadas, sin tener en cuenta que, si en ocasiones lo han sido, no se puede compensarse semejante injusticia poniendo a mujeres, por el mero hecho de serlo, en cargos para los que se debe reconocer que todavía no están en condiciones de ocupar. Resulta ridículo que el PSOE, por boca de esta señora jueza, Margarita Robles, que actúa de portavoz de su grupo y que, según se la va conociendo, más extraña que haya sido escogida para un cargo de semejante responsabilidad, si no se tiene en cuenta que, al frente de su partido, también lleva la voz cantante un sujeto, Pedro Sánchez, que ha demostrado que le importa un rábano España y que sólo busca el poder, aunque es evidente que carece de lo necesario para gobernar una nación, como la nuestra, sin conducirla otra vez a su ruina; haya denegado el apoyo a una persona del prestigio, el reconocimiento de toda la UE, el aval de haber contribuido a sacar a España de caer en manos de los “hombres de negro”, como es el ministro señor Luis de Guindos. La terquedad, la obsesión y la rabieta socialista para imponer una mujer que, ni tan siquiera saben quién debería ser, no tiene otra explicación que su interés en crear dificultades al gobierno del PP aunque, en este caso, lo que pueden llegar a conseguir es que, un cargo importante en la UE, deje de ser ocupado por un español, por la falta de apoyo un PSOE que antepone sus intereses particulares al bien de los españoles.


Preocupa, señores, y mucho, que nos estemos moviendo en un mar proceloso de intereses partidistas entremezclados con ambiciones separatistas y manipulaciones filocomunistas, que están a empezando a crear un ambiente de irracionalidad, un melting de inseguridad, y un estado de inquietud entre los ciudadanos españoles, que llegamos a temer que el Estado no disponga de los mecanismos necesarios y de las personas adecuadas para aplicarlos. En primer lugar, para poner orden en el tema catalán, para detener las aspiraciones comunistas que pretenden valerse de la debilidad del gobierno del PP para conseguir sus objetivos ( respecto a ello, debemos contemplar con alarma este viraje de Ciudadanos que parece querer pactar con Podemos para establecer una nueva Ley Electoral que les favorezca aunque, con ello, también vaya a darles facilidades a los comunistas del señor Pablo Iglesias) En fin, momentos difíciles en los que, por desgracia, no vemos a la persona que sea capaz de poner orden dentro de este galimatías en el que se ha convertido la política nacional.


No podemos dejar de referirnos, aunque sea brevemente, a uno de los mayores problemas que, hoy en día, amenazan al castellano y al que reconocemos verle poca salida dado que afecta a todas las lenguas del mundo, al menos del que consideramos como civilizado. Nos referimos a la invasión de vocablos en inglés que continuamente se van incorporando al idioma aunque, en la mayoría de los casos, tiene su equivalencia en castellano. Fuera porque, en la mayoría de casos, están relacionados con la ciencia o por la tendencia de los jóvenes a usarlos de una manera despreocupada o por el simple hecho de no darles importancia, el hecho es que, hasta la misma RAE se ve obligada a irlos incorporando al diccionario, debido a que se convierten en expresiones corrientes en el vocabulario de los españoles.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que repudiar con todas nuestras fuerzas a estos depredadores del idioma español, estos aspirantes a convertirse en chapuceros de la lengua sin que, aparentemente, se den cuenta de que con sus desviaciones ideológicas, sus patochadas idiomáticas y sus fórmulas de promoción feministas, lo único que consigue es que, cada vez se vaya acrecentando más la oposición a que, semejantes , puedan llegar a tener efecto en un mundo en el que, el actual peligro, la mayor calamidad o desventura sería que, el intento feminista de adelantar la consecución del poder, pudiera comportar el pensar que los hombres han dejado de tener un papel determinante en la Sociedad.

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